SEVILLA

Ángel Jiménez, el arte en un natural

Ángel Jiménez cortó una oreja de una buena novillada de El Parralejo. Alejandro Mora fue ovacionado y Francisco de Manuel silenciado

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Volvió a mostrarse templado y profundo. Y mantuvo la calidad excepcional de su concepto. Su capacidad para hacer el toreo fue absoluta. Y todo ello hecho y dicho con sobriedad emotiva y, sobre todo, de forma diferencial. Creó una faena medida al buen primero de El Parralejo, tan noble en sus embestidas como mermado de fuerzas. Una lidia de momentos exquisitos que cuesta no ver con los ojos de la verdad. Lo que hizo acabó configurándose en unas formas de mostrar un toreo exclusivo y de buen gusto. La derecha caminó despacio y la izquierda viajó desmayada en la corta acometida de un animal venido a menos. Sin embargo, la espada se le obstruyó.

Con todo, el logro más destacado de Ángel Jiménez fue el natural. Lo hizo con el cuarto, un excepcional novillo por nobleza y clase. En cada trazo expresó lo más significativo de su clásico concepto. Una colección de muletazos zurdos enriquecidos, además, por la ligazón y los excepcionales remates de pecho. Naturales con los que ilustró el aspecto más auténtico de su diferencial tauromaquia. Pese al molesto viento, el diestro de Écija manejó la derecha con gusto para templar embestidas y dibujar el más lujoso pase de pecho.

En definitiva, un toreo al natural sin palabras para explicar una verdad sin gestos superfluos, una narración sin gesticulaciones, un toreo en el que todo es inspiración, pero en el que es fácil percibir la emoción. La belleza expresiva refinada y evocadora. Una modélica versión del natural refrendado, esta vez, con la contundente espada.

Un coctel de casta y genio mostró el complicado segundo, Francisco de Manuel lo intentó todo sin éxito. Sólo con el capote atisbó la verónica, porque con la muleta en ambas manos se vio desbordado por las complejas acometidas. Le echó ganas en los muchos muletazos de anodino trazo. Apuró hasta el límite la difícil embestida, pero nada consiguió.

Tampoco con el soso quinto pudo mostrar sus buenas formas. Tuvo cierta impresión la lidia de demasiados pases atropellados y de imposible control. Un hacer inconexo sin función ni utilidad que finiquitó con certera estocada.

Tal vez su toreo no encontró acomodo dentro de un concepto que se atisba de interés. De todas formas, sus buenas maneras se mostraron incompletas por la obvia falta de oficio de Alejandro Mora. Con sobriedad mantuvo el tipo en la lidia del noble, soso y flojo tercero, al que logró torear con la izquierda a modo de mostrar momentos de buen gusto. No dio lugar a una lidia emotiva que supo finalizar hundiendo la mitad de la espada.

Quizás tocó techo en el alargue de la faena al sexto, un encastado y buen utrero que humilló con nobleza en las telas. Fue tal ejercicio de pesadez extrema que cansó en demasía por ese afán de conseguir lo que era imposible conseguir. El debutante de

Plasencia le costó un mundo poder con la embestida, pese a dejar patente el prometedor concepto en el dibujo de algún que otro natural. Tampoco con la espada acertó.

Sevilla, domingo 19 de mayo de 2019. 1ª novillada de abono. Media plaza.

Novillos de 

, bien presentados, nobles e interesantes. Muy noble con escasa fuerza, el primero; complicado, el segundo; soso y flojo, el tercero, noble y con notable clase en sus embestidas, el cuarto; soso y a la defensiva el quinto; encastado y humillador, el sexto.

Ángel Jiménez, silencio tras aviso y oreja tras aviso.

Francisco de Manuel, silencio tras aviso y silencio.

Alejandro Mora, saludos y silencio tras aviso.

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