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Buen toreo para Curro en una emotiva tarde solidaria en la Maestranza
El Cid, Daniel Luque y Oliva Soto desorejaron a sus toros. Una oreja cortó Pablo Aguado. Diego Urdiales y el novillero Javier Zulueta fueron ovacionados.
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Manuel Viera | Sevilla
Lució la Maestranza engalanada para la ocasión. Tendidos llenos en la tarde que puso fin a una exitosa temporada taurina en Sevilla. Ambiente de fiesta en un nuevo Festival a beneficio de la acción social de la Hermandad de Los Gitanos y la Fundación Nuevo Futuro, y en el que ha sido homenajeado el maestro de Camas, Curro Romero, que ocupó el palco de ganaderos del tendido 2. La ovación sonó fuerte, constante y emocionante para el Faraón de Camas cuando Diego Urdiales le brindó el primer toro de la tarde. Después cada uno de los diestros participantes le brindó su correspondiente res.
Hubo temple, ligazón, sutileza en el camino del trazo, ritmo y, sobre todo, una demostración palpable de la tauromaquia de Diego Urdiales. El riojano toreó con brillantez y expresividad al un manso y feo toro de Núñez del Cuvillo. Fue una lidia de mano izquierda de incuestionable atractivo, hecha despacio dibujando naturales muy puros y emotivos. Dos de ellos fueron excepcionales. Tras la estocada utilizó el descabello y fue ovacionado.
Una serie al natural de El Cid al noble novillo de Fuente Ymbro fue lo más destacado de una lidia de momentos notables, Naturales que marcaron la excelencia del torero de Salteras con se peculiar mano izquierda. Con la espada se mostró contundente y de un estoconazo tumbó al toro sin puntillas. Dos orejas. .
Daniel Luque volvió a demostrar con el buen toro de Zacarías Moreno ese toreo convincente e ilustrado colmado de verdad. Excepcional muestra de clasicismo e imperecedera belleza en la verónica. Y un toreo al natural templadísimo ejecutado con una lucidez e intensidad inusual y con marchamo de verdad. Todo muy ligado, hecho muy despacio y sin moverse de un palmo de terreno. Formó un auténtico lío con la gente aplaudiendo en pie. Estocada y dos orejas.
Muy pronto puso en evidencia, a quienes no lo admiten en las ferias, que la relevancia que ha adquirido el toreo de Oliva Soto es sin duda la insólita persistencia en un concepto que garantiza su tauromaquia. Tuvo enorme peso el toreo del sevillano al toro cinqueño de El Parralejo. Quizá algo acelerado por esas ansias de alcanzar el triunfo que tanto necesita. De todas formas regaló momentos interesantes con la derecha. Algunos muletazos fueron modélicos. Pero también el natural brilló por momentos. Entrega total y una estocada que no necesitó de puntilla. Dos orejas.
Es un torero que nutre de contenidos clásicos una tauromaquia que, unida a su creatividad natural, emociona. En el toreo todo es más o menos sabido. Sin embargo, de cuando en cuando surge algo que no parece lo conocido. Sobre todo, cuando aparece una visión completamente distinta del arte de torear. Pablo Aguado lo hizo tan despacio con el capote que embelesó a los tendidos Los delantales fueron magníficos y las chicuelinas lentísimas. El toro de El Vellosino tuvo feas hechuras y, además, muy mal presentado para una plaza de primerísima categoría, aunque se tratase de un festival. Esto urge cuidarlo. Aguado toreó con naturalidad y buen gusto con la derecha. Muy sentido el natural de frente, y los detalle por bajo y de trinchera magníficos. Estocada y oreja.
El novillero Javier Zulueta respondió a la importante cita con un toreo de muy buen gusto, muy templado, acariciando la embestida y con el que atisbó su buen concepto. El utrero de Jandilla se malogró tras tres volteretones de órdago. Mermado de fuerzas duró poco, aunque su noble embestida sirvió para que el novillero pusiese su naturalidad al servicio de un toreo de derecha increíblemente expresivo. Mató mal y todo quedó en una ovación.