1ª FERIA DE SAN JORGE

Cornada a Cristiano Torres y oreja para Fran Fernando con una áspera novillada en Zaragoza

Cristiano Torres resultó herido de gravedad en el inicio de la Feria de San Jorge con una cornada de tres trayectorias.

Cristiano Torres en el momento de su percance este sábado en Zaragoza

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La miniferia de San Jorge de Zaragoza se abrió hoy con una novillada en la que el protagonismo corrió a cargo de los dos diestros locales: Cristiano Torres, que resultó herido de gravedad con una cornada de tres trayectorias, y Fran Fernando, que cortó la única oreja frente a unos utreros de duro y áspero juego, con los que también Tristán Barroso hizo un serio esfuerzo.

Y eso que los dos de Toros de Brazuelas que remedaron el descabalado encierro titular no tuvieron excesivas complicaciones, salvo las de su falta de raza, como la del primero, que se aconchó tajado en tablas a las primeras de cambio, o de fuerzas, como el segundo, que al menos se dejó hacer con nobleza, y no sin cierta querencia a las tablas, frente a la muleta de Torres.

La faena del aragonés más veterano del cartel buscó casi siempre el efectismo, lo que, ya en la apertura, le costó ser arrollado en un pase cambiado de rodillas, justo antes de que, al dejar atrás cierta ligereza, llevara largo al utrero en un par de tandas por las dos manos, para volver nuevamente al toreo de adornos y alardes propios de su concepto populista.

Así que, tras un pinchazo, y en busca de amarrar el trofeo que le hubieran pedido, en el segundo intento de estocada Cristiano Torres se quedó en la misma cara para intentar barrenar una espada que no entró lo suficiente, pero sí que lo hizo el pitón del de Brazuelas en el muslo del torero, al que tuvo a merced para inferirle esa grave cornada de tres trayectorias.

Con su paisano en la enfermería, Fran Fernando movió con temple y soltura el capote en las arrancadas iniciales del novillo de su debut con picadores, que, a la postre, sería el único de los de Jiménez Pasquau con cierto estilo, aunque sin perder nunca su tendencia a puntear al final de los muletazos.

Después de cuajarle un ajustado quite por tafalleras, el novillero de Villamayor de Gállego volvió a intentar resolver con temple esa forma de puntear del utrero, y lo consiguió con creces hasta que se le paró, pero siempre enganchando y vaciando despacio las embestidas, con una naturalidad impropia de un debutante, para cortar así la única oreja de la novillada.

Pero más compacta y meritoria fue aún su faena al quinto, el novillo más cuajado del sexteto, al que, sin contemplaciones, Fra Fernando se dispuso a torear directamente en los medios, sin abandonar las bases de su puro concepto: asentado en la arena, sin tensiones, citado con verdad y queriéndose traer siempre enganchadas las embestidas arrítmicas y sin clase del hondo ejemplar.

Esa verdad le costó incluso una seca voltereta, pero no por ello dejó de buscar, sin paseos ni respiros, sino permaneciendo en la línea de fuego, un lucimiento por derecho frente un astado que fue a menos, aunque no así un trasteo que se quedó sin un merecido premio por su fallos con la espada.

Como el primero, totalmente rajado, no le dio opción alguna, Tristán Barroso tuvo que echar el resto con los dos novillos restantes: el segundo de su lote y el que tuvo que matar por Torres. Y los dos se lo pusieron muy cuesta arriba con su áspero comportamiento a la defensiva.

El esfuerzo de este madrileño criado en Francia fue realmente notable, porque con ambos se aplicó con una gran decisión, sin afligirse ante sus coladas y cabezazos, lo mismo con el incierto cuarto que con el serio sexto, que lucía dos aparatosos y astifinos pitones y al que, con valor y determinación llegó a sacar, sueltos, muletazos impensablemente templados al final de un cuerpo a cuerpo cuyo gran mérito se difuminó en la suerte suprema.

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