AZPEITIA

Curro Díaz y Ginés Marín, a oreja por coleta en el cierre de los 'sanignacios'

Los diestros Curro Díaz y Ginés Marín cortaron este viernes una oreja cada uno en la última de los "sanignacios" de Azpeitia.

Curro Díaz con la oreja cortada este viernes en Azpeitia

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Serio y muy astifino fue el primero de Curro Díaz, un toro que ya de salida apuntó muy pocas fuerzas, perdiendo las manos a la mínima que se le exigía y defendiéndose también en el último tercio, algo que deslució el esforzado y técnico trasteo del de Linares. que, así y todo, dejó algún apunte de especial regusto.

En uno de esos destellos, concretamente en una trinchera ya en el epílogo, el animal se le quedó debajo y llegó a prenderle, librándose de milagro de la cornada, aunque, tras la estocada, acabaría pasando a la enfermería para ser revisado de un fuerte golpe en el muslo derecho, que no le impidió continuar la lidia.

El cuarto fue otro toro imponente, alto, badanudo y un punto regordío. Un animal que, además, le costó tirar para adelante. Se tragaba uno pero ya el segundo muletazo lo tomaba a regañadientes.

El secreto era dejársela puesta en la cara, que no parara, y ahí estuvo el acierto de Curro, que le acabó robando unas cuantas series a derechas de mucho mérito y siempre con el sello tan personal y aromático de este torero, que acabó paseando un trofeo.

El primero de Ginés Marín tenía tanta calidad como escasa fortaleza. Había que hacerle muy bien las cosas para afianzarlo y ayudarlo a que rompiera hacia adelante. Y lo logró el jerezano con el infalible arma del temple, hacerlo todo con mucha suavidad en tandas irremediablemente cortas, pero muy sabrosas por el gusto, el encaje y la composición de cada muletazo.

Y de ahí hasta al final la faena, como el toro, fue siempre a más, de esas que gustan, convencen y dejan muy buen sabor de boca, sobre todo por el hecho de ver a un torero tan joven con la cabeza tan bien amueblada para acabar exprimiendo tan magníficamente bien a su oponente, al que cortó una oreja de ley.

En el quinto, al que inició faena doblándose por abajo con mucha torería, repitió el mismo guión Marín, con la diferencia de que a este toro le costaba mucho más que al anterior. Había que ayudarlo mucho y empujarlo hacia adelante.

Marín le cogió muy rápido el sitio, la velocidad y el ritmo, sobre todo por el derecho, aguantando también miradas y parones con mucha suficiencia ante un animal que enseguida acabaría echando definitivamente el freno, lo que obligó al torero a buscar el arrimón. Lástima que se atascara de mala manera con la espada.

Ángel Téllez se mostró muy firme y seguro con un tercero que no pudo desarrollar el buen fondo que se le adivinaba debido a sus pocas fuerzas. Pero Téllez no cesó en buscarle las vueltas a lo largo de una faena sobria, de buen corte por momentos, especialmente al natural, y en la que se mostró por encima de las circunstancias.

El sexto fue un toro muy agarrado al piso y sin entrega alguna. Téllez volvió a dejar cosas muy buenas -sobre todo actitud- dentro de una labor que no acabó de despegar lo suficiente, quede dicho que por falta de toro.

Azpeitia (Guipúzcoa), sábado 2 de agosto de 2019. 3ª de Feria. Tres cuartos largos.

Toros de 

 muy bien presentados, nobles y justos de fuerzas. Destacó la excelsa calidad del segundo. Tercero y cuarto también se dejaron. Primero, quinto y sexto fueron los más deslucidos.

Curro Díaz, ovación y oreja.

Ginés Marín, oreja y silencio tras aviso.

Ángel Téllez, ovación tras aviso y ovación tras aviso.

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