El duende de Pablo Aguado enamora a Castellón bajo la lluvia

Una faena repleta de duende y belleza a cargo del sevillano Pablo Aguado, y que fue premiada con las dos orejas, ha sido el pasaje más emotivo y triunfal de la lluviosa tarde de hoy en Castellón, en la que volvieron los festejos por la feria de la Magdalena después de dos días seguidos de suspensión por agua.

Ese pasaje tuvo lugar en el tercero, un toro abanto y distraído en los primeros tercios pero que acabó rompiendo a embestir en el último tercio gracias al temple y el buen hacer de Aguado, que acabó dándole fiesta por los dos pitones en una faena en la que no se pudo torear más despacio, con más sentimiento y naturalidad, amén de los bellísimos remates y adornos entre series. Dos orejas de ley.

En el sexto ya no fue igual, pues fue un toro que, pese a moverse en los primeros compases de su lidia, acabó aburriéndose pronto; y Aguado, que dejó pinceladas con el capote, llevó a cabo a una faena de fogonazos aislados antes de emborronarlo todo con la espada.

El otro sevillano del cartel, José Antonio "Morante de la Puebla", también logró tocar pelo del "abre plaza", un toro muy justito de todo con el que Morante dejó destellos de su personal tauromaquia. No fue labor compacta, pero sí aderezada de maravillosos detalles que le permitieron pasear el primer trofeo de la función.

Y no pudo redondear con el desclasado y remiso cuarto, con el que Morante hizo un esfuerzo más que aparente para, al menos, justificarse y no tirar por la calle del medio como hubiera hecho en otras temporadas.

A Emilio de Justo le tocó bailar con la más fea, pues apenas pudo pasar de voluntarioso y tenaz con un segundo también de descompuestas y agrias acometidas, al que acabó pinchando en varias ocasiones en la suerte suprema.

Y peor le fue con el descastado y aplomado quinto, que se vino abajo enseguida, imposibilitando cualquier posibilidad de lucimiento por parte del torero extremeño.

Castellón, viernes 25 de marzo de 2022. 5ª de Feria. Dos tercios de plaza.

Toros de Juan Pedro Domecq, desiguales de presentación y, salvo el buen tercero, en general de poco juego. Desrazado el noblote primero; bruto y con genio el segundo; sin clase alguna el cuarto; descastado y muy apagado el quinto, y a menos el sosote sexto.

Morante de la Puebla, oreja y ovación.

Emilio de Justo, silencio tras aviso y silencio.

Pablo Aguado, dos orejas y silencio.