14ª FERIA DE ABRIL
Esaú Fernández, en la hora de su verdad
El sevillano le ha cortado una oreja a una interesante corrida de Miura. El Fandi ha dado una vuelta al ruedo y Manuel Escribano fue ovacionado.
Madrid - Publicado el - Actualizado
4 min lectura
Ha habido demasiadas circunstancias para generar una extraordinaria expectación. Tanta, que Manuel Escribano llenó la plaza. Quizás también porque rara vez defrauda las expectativas. Al héroe de Genera le tributaron tras romperse el paseíllo una clamorosa ovación, recordando lo ocurrido con los “victorinos” el pasado sábado, que recogió con un emotivo saludo desde el tercio. Y, después, no defraudó. Lo dio todo en las diferentes lidias, como lo dieron también El Fandi y Esaú Fernández, Tres toreros que, a su manera, le han podido a una corrida interesante, por dura y complicada, de la legendaria ganadería de Miura.
Es el toro de los ¡uy! o el de la emoción. Un toro que no aburre y tiene al espectador en continua tensión. Los silencios de expectación han sido hoy abismales. No se sabía por qué derroteros iría la lidia. Pero ha habido toreros capaces de doblegar embestidas e incluso poder torear.
El recibo de El Fandi delante de chiqueros, al primero de la tarde, fue de auténtico valor. El granadino tiene su fuerte en el capote y la larga cambiada resultó limpia igual que los acompasados lances posteriores. Lució al toro en el caballo, que se fue de largo como casi toda la corrida cumpliendo con creces en las cabalgaduras, unos con más estilo que otros, pero todos galoparon hacia el caballo. David compartió banderillas con Escribano -lo harían ambos juntos en cada uno de sus respectivos toros- Facilidad en el hacer de David y espectacularidad en el de Manuel. Y poco más con un complicado toro que se revolvía en un palmo de terreno y acortaba la embestida con peligro. No tuvo forma el granadino de hacerlo pasar por la tela. Fue toda una pelea por querer y no poder. De pinchazo hondo lo tumbó.
El cuarto, noblón y sin humillar, se le quedó parado en otro intento de portagayola. Se tuvo que levantar, pero con suficiente mando lo lanceó por delantales hasta lo medios. Volvieron a lucirse, ambos, en banderillas, pero poco consiguió hacer David con unas embestidas que viajaban por las nubes. Le pudo en ese toreo tan suyo que a muchos les dice poco. Le hundió la espada, le pidieron la oreja y se dio una vuelta al ruedo muy aplaudida.
Si toreó Manuel Escribano. Que no dudó en caminar hasta delante de chiqueros para recibir a sus dos toros. El segundo empujó con fuerza al peto del caballo llegando a la faena de muleta con complicado cabeceo. Pero la derecha apareció dispuesta a romper la hegemonía de una faena que, tras el espectacular inicio de pases por la espalda, apelando al menos es más, consiguió despojar de artificios innecesarios un toreo sin complejos, ora por la derecha, ora por la izquierda, que no supo firmar con la espada, perdiendo un bien ganado apéndice.
El quinto se le paró demasiado pronto. Hizo su esfuerzo, sobre todo con un par de banderillas en las tablas, muy característico suyo, con el que se la volvió a jugar. Después la porfía por sacar un muletazo digno no valió para nada. Al toro se le apagó el motor.
Esaú Fernández sabía lo que quería. Iba a por ello y a punto ha estado de conseguirlo de forma tajante. El sevillano es un torero con una técnica muy depurada y un impresionante arrobo a la hora de crecerse ante las circunstancias. A Esaú lo he visto torear muy bien en la pasada temporada y hoy lo he visto lidiar de manera notable. A dos toros muy complicados y difíciles. Al tercero, de muy corta embestida, le bajó la mano para conseguir un toreo capaz de llegar a los tendidos hilvanando muletazos diestros y notables pases de pecho. Bajó el diapasón de la faena con la izquierda pero algún que otro natural le sirvió para reforzar su valor. Con estocada lo tumbó y la oreja le supo a gloria.
Quería más y a portagayola se fue a esperar al sexto para darle una perfecta larga cambiada y torear despacio con el capote. Pero el toro resultó todo un prenda. Fue de largo al caballo del picador, pero salió de él con la cara arriba y acometidas por las nubes. Esaú Fernández lo intentó todo y de todas maneras, paro no hubo forma de hacer pasar al ”miura” por las telas. Difícil prueba que supo solventar.