MADRID

Gonzalo Caballero convence en su emotiva reaparición en Navalcarnero

El diestro madrileño volvió a los ruedos triunfando y dejando su mejor versión. Cortó tres orejas y salió a hombros junto a Enrique Ponce, que paseó dos trofeos.

Gonzalo Caballero durante la tarde de su reaparición este sábado en Navalcarnero

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Triunfó la persona y triunfó el torero. Gonzalo Caballero volvió a vestir un traje de luces para superar viejos fantasmas y disfrutar del lado más amable de su profesión. Lejos quedan ya las imágenes de su terrorífica cornada que sufrió en Las Ventas el día de la Hispanidad de 2019. Un recuerdo que superó a base de buen toreo y mejores sensaciones de un torero que ha ganado en reposo y cabeza.

Para él fue la primera ovación que sonó en el coso cubierto de Navalcarnero tras romperse el paseíllo. Emoción a flor de piel que él superó a base de buen toreo en el primer toro de su lote, un precioso burraco de Juan Pedro Domecq al que cuajó de principio a fin. Tuvieron son las verónicas de recibo y ajuste el posterior quite por ceñidas chicuelinas. Pero lo mejor llegó con la muleta. Despaciosidad y temple de Gonzalo para paladear las dulces embestidas del toro. Desmayados y encajados le salieron dos tantas de rotundos derechazos. Y como colofón, un espadazo en todo lo alto. El palco quiso tener su cuota de protagonismo al negar un segundo trofeo que se pidió desde los tendidos y se mereció el torero.

No le importó la injusticia a Gonzalo, que amarró el triunfo con el descastado y soso cuarto, un animal que tuvo medias arrancadas y al que exprimió en la distancia corta, demostrando valor y suficiencia. De nuevo, y para enterrar cualquier tipo de duda con la espada, volvió a dejar otra estocada entera.

Y para completar una tarde redonda, el madrileño volvió a gustar en el manejo de la muleta con el sexto, un toro que tuvo un buen pitón izquierdo y por donde hubo notables naturales por trazo y reposo. De nuevo el toreo de cercanías para apurar las embestidas del toro y una nueva estocada en todo lo alto para tumbar al toro y sumar una nueva oreja.

El triunfo de Gonzalo Caballero fue compartido por Enrique Ponce, que se mostró perfecto en su papel de director de lidia y de maestro pendiente de su joven compañero de cartel. El valenciano sumó su primer trofeo en el toro que abrió el festejo, un animal de almibarada embestida al que toreó a media altura en una faena más técnica que emocionante por la sosería del toro de Juan Pedro.

Con el tercero, que echó rápido la persiana, no se dio mucha coba y todo lo dejó para el quinto, un astado con duración y fondo de nobleza en el último tercio al que Ponce toreó a placer de nuevo en la media altura, sin obligar a su oponente y cuajando una gran serie final, casi rodilla en tierra llevando muy toreado y componiendo perfectamente la figura. Una estocada desprendida no impidió el corte de la oreja que le permitió salir a hombros junto a Gonzalo Caballero.

Navalcarnero (Madrid), sábado 29 de mayo de 2021. Más de tres cuartos sobre el aforo permitido.

Toros de Juan Pedro Domecq, de amables hechuras y cabezas. Conjunto noble pero muy bajo de casta.

Enrique Ponce, oreja, saludos y oreja tras aviso.

Gonzalo Caballero, oreja, oreja y oreja.

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