2ª FERIA DE SAN LUCAS

Un gran Emilio de Justo triunfa con Ortega en la desdichada alternativa de Linares en Jaén

Tres orejas paseó el extremeño por dos del sevillano. Marcos Linares, en su alternativa se fue de vacío con un mal lote.

Juan Ortega y Emilio de Justo en su salida a hombros este sábado en Jaén

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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El diestro Emilio de Justo protagonizó una gran actuación en el primer festejo de la feria de San Lucas de Jaén, donde cortó tres orejas y salió a hombros junto a Juan Ortega, mientras que Marcos Linares se fue de vacío en la tarde de su alternativa por sus fallos a espadas y la mala suerte con su lote.

Pero hay que quedarse con lo positivo, que es que Marcos Linares ya es matador de toros, uno más que se suma a la larga lista de toreros de esa fuente inagotable que es Linares.

Tomó la alternativa con el toro de nombre Caraalegre, número 41, de 548 kilos y de la ganadería de el Puerto de San Lorenzo, un animal con presencia, pero que no tuvo esa embestida soñada para un torero recién doctorado.

Linares salió con muchas ganas, intentando cuajar con el capote a su oponente, que salió frío, suelto y sin fijeza. Tardó en recibirlo, pero cuando lo logró, le cuajó tres soberbias verónicas en terrenos de chiqueros y una media superior. Con toreria y garbo lo llevó al caballo con un bonito galleo.

Uno de los momentos importantes llegó cuando Emilio de Justo le cedió los trastos en un emocionante y bonito parlamento. El primer brindis fue para su fiel mozo de espadas, Gonzalito.

Con firmeza inició su labor de muleta. Poco a poco fue consintiendo la desclasada y blanda embestida del astado, al que cuajó después dos buenas series al natural. Faena de premio seguro que lo perdió por sus fallos con la espada. Dio una vuelta al ruedo.

Con el sexo, de Juan Pedro Domecq, se lució en un vibrante recibo capotero. Tras un fuerte puyazo y un quite a la verónica, se fue decidido a los medios a brindar al respetable, pero el toro llegó a la muleta totalmente desfondado por lo que aquello no pasó de un quiero y no quiero.

En segundo lugar actuó Emilio de Justo, que firmó un soberbio recibo a la verónica al segundo, un toro con mucha calidad al que el extremeño toreó como los ángeles, acariciando la noble y enclasada embestida sobre la derecha y poniendo aquello patas arriba con tres extraordinarias series de naturales.

Vertical, a cámara lenta, corriendo la mano y gustándose. Un canto al buen toreo. Faenón de De Justo, que, tras una gran estocada, cortó las dos orejas.

Con el cuarto de nuevo salió muy dispuesto el torero, aunque la poca clase y deslucida condición del toro no hacía presagiar en absoluto lo que vendría después.

Tras brindar a todo su equipo y cuadrilla, De Justo, a base de paciencia, buena colocación, terrenos adecuados y buena disposición, se inventó una labor de alta nota, en la que logró sacar el escaso fondo del animal, al que cortó una meritoria oreja.

Ortega, por su parte, se las vio en primer lugar con un toro que, conforme avanzó su lidia, fue desarrollando genio y brusquedad. El sevillano, que brilló en las verónicas rodilla en tierra del recibo y en una primera serie de derechazos genuflexos, se diluyó en un mar de enganchones con el toro cada vez más violento.

El público empezó a protestar y el torero, ante la imposibilidad de encontrar el lucimiento, se fue a por la espada, que cayó muy baja, de ahí la sorpresa de que se le pidiera una oreja que el palco, de forma reglamentaria, otorgó, mas fue un premio muy benévolo.

El quinto tampoco apuntaba nada bueno de salida, pero cuando nadie lo esperaba, Ortega le cuajó un excelso final con muletazos por ambos lados que sacaron las mayores ovaciones de toda su labor. Mucho hizo el torero con tan poco toro, que cortó otra orejita que le abría la que fue una generosa puerta grande en Jaén.