SEVILLA
La historia, el arte y la sociedad de dos siglos, en el cartel taurino de la Maestranza
La Casa de la Provincia de Sevilla acogerá esta muestra integrada por un centenar de carteles de corridas celebradas en la plaza hispalense.

Imagen de la muestra de cartelería taurina en la Casa de la Provincia de Sevilla
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Alfredo Valenzuela
El cartel del XVIII que anunciaba una corrida con 42 toros, el del XIX que avisaba de la primera nocturna iluminada eléctricamente y los del siglo XX anunciando a mitos de la edad de oro del toreo como Belmonte y Joselito podrán verse en Sevilla en una exposición que refleja la historia, el arte y la sociedad de dos siglos.
Desde el próximo viernes, la Casa de la Provincia de Sevilla acogerá esta muestra integrada por un centenar de carteles de corridas celebradas en la Plaza de la Maestranza seleccionados de entre los 6.000 que atesora el archivo de la Real Maestranza de Sevilla, algunos tan curiosos como el que anunciaba la actuación de la primera mujer torera, Francisca García, en el siglo XVIII, una actuación que fue rechazada en Pamplona "por decoro".
Aquella nocturna anunciada como la primera iluminada eléctricamente fue un fiasco precisamente por falta de luz y el público, más que ver, tuvo que intuir los pases de los matadores, según han explicado a EFE los comisarios de la muestra Diego Carrasco y Fernando Olmedo, editores, historiadores y eruditos.
Olmedo y Carrasco han coincidido en destacar que la principal dificultad de la exposición ha sido la selección de entre 6.000 carteles, muchos de los cuales, por su tamaño mural de 270 por 130 centímetros, se conservan plegados en cajas, además de que son ejemplares impresos en un papel muy fino, ya que muchos de ellos se pegaban sobre los azulejos de las esquinas de la ciudad, como corroboran tantos cuadros costumbristas.
Carteles restaurados
"El diseño del cartel está pensado por su utilidad, en ningún caso era pensado para ser guardado", han coincidido en destacar los comisarios, que también han señalado la escasez de colecciones de este tipo, salvo las excepciones de algunas ganaderías, que conservan además solo los carteles referidos a sus propias reses.
En 2016 ya se efectuó una selección de 250 carteles de esta colección, casi todos de tamaño mural, y se mandaron restaurar, del mismo modo que ahora son reproducciones fotográficas las que se muestran públicamente -un cartel, al fin y al cabo, es una reproducción, han matizado los comisarios-.
En la mayoría de los casos se hacían además tiradas muy cortas, de entre 100 y 150 ejemplares y son numerosos los que contienen una referencia social específica, como la corrida en favor del soldado de la guerra de Marruecos y los de la Cruz Roja, entre otros fines benéficos, los de la Prensa o los de cada Feria de Abril.
La exposición reúne carteles desde 1761 -apenas una relación escrita de ganaderías sin ninguna imagen ni nombre de toreros, del tamaño de una cuartilla- hasta 1946, año a partir del cual la cartelería taurina empieza a repetir modelos perdiendo novedad y animación.
Pintores, dibujantes y caricaturistas
Rico Cejudo, Juan Lafita, el pintor devenido en fotógrafo Dubois y hasta el imaginero Castillo Lastrucci son algunos de los artistas autores de estos carteles, el 80 por ciento de los cuales eran impresos durante la primera mitad del XX por dos imprentas valencianas expertas en litografías, Mirabet y Ortega.
En ese periodo había una clara diferencia entre los cartelistas valencianos, que optaban por primeras plano del toro o del lance taurino, y los sevillanos que se fijaban más en la plaza y en el público -sobre todo mujeres, siempre de mantillas- y dejaban al torero y al toro en un segundo plano.
Las firmas de Álvarez y Roberto Domingo son de las más frecuentes del último siglo, en un tiempo en que no se diferenciaba entre pintor y cartelista sino que se trataba de pintores que sabían hacer carteles, algunos de los cuales estaban prácticamente en nómina de las imprentas que los tiraban.
El dibujante Manuel Alonso Moyano firmaba sus carteles taurinos con su nombre y dos apellidos y reservaba la firma de 'Manolo', con la que también era muy popular, para sus caricaturas y dibujos satíricos en la prensa, como estableciendo una jerarquía según la "seriedad" de su trabajo, ha señalado Olmedo.
Carrasco, sin embargo, ha señalado los carteles de 'Don Cecilio', humorista inclasificable que también dio nombre a una revista satírica -él mismo decía que tenía que salir a la calle con dos gafas por si le partían unas de un bofetón- y que ejercía de maestro de ceremonias en unas corridas bufas cuyos carteles anunciaban que las reses estaban expuestas para que el público comprobara "su más deplorable estado de alimentación y armamento".