8ª DE ABONO

El Juli por la Puerta del Príncipe y “Orgullito” indultado

El Juli ha cortado cuatro orejas

El Juli en su salida a hombros por la Puerta del Príncipe de Sevilla tras cortar cuatro orejas e indultar un toro de Garcigrande

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Clase magistral de El Juli. pic.twitter.com/Dz4P8KnLoK — Toros (@toros) 16 de abril de 2018

¿Cómo describirlo? Quizá fue una forma de desafiar las elementales reglas del juego. Una forma de jugarse la vida a modo de tirasoga entre lo humano y lo animal. Entre la inteligencia y la fuerza bruta, entre el arte y la bravura, para que las dos partes acabasen llevándose la victoria. Sin embargó, la bravura de “Orgullito”, el gran toro de Garcigrande, desequilibró la consistente obra de Julián López El Juli. Que sin ser de una brillantez desbordante, sí fue parte de un viaje sin nostalgia al toreo de siempre. Homenaje nada velado al ganadero de sus sueños de torero. Al criador del toro de sus triunfos.

Y así, lo hecho por El Juli al bravo quinto toro fue un continuo plegado de respuestas a la sensibilidad. Una cuestión de inteligencia. Pues trató y consiguió potenciar las calidades propias de la casta y otorgar coherencia a unas embestidas de por sí emocionantes. Y así buscó en la fluidez de su toreo, el tono mandón y reposado con el que otorgó a la faena el toque pasional deseado. Una faena donde afloraron muestras claras de un magisterio plenamente maduro. A veces toreó sentido, inspirado, despacioso, profundo, ligado… A veces, también, con tendencia hacia fuera y desajustado. De una u otra forma fue lo hecho un auténtico regalo para unos tendidos enloquecidos por lo que veían. Sobre todo, por unas embestidas humilladas y a más impregnadas de aromas de bravura y marcadas por la casta. Posiblemente no fue completo el comportamiento del toro en todos los tercios. Quizás no lo fuese tampoco la forma de mostrar la bravura en el caballo. Quizás dejara atisbo de dudas al escarbar. Menudencias todas que solo sirven para no hacerlo excepcional. Y excepcional debe ser el indultó con el que hoy se hizo de nuevo historia en Sevilla y en la Maestranza.

“Orgullito”, marcado con el número 35, de negro pelaje y 528 kilos de peso, volverá a la dehesa dispuesto a padrear. El Juli, en la mejor celebración posible de sus veinte años de alternativa, lo indultó en la Maestranza.

Tanto gozó el Juli con su suerte que pudo saborear también lo hecho al segundo. Otro buen toro marcado con el hierro de Domingo Hernández. Desde los lances a la verónica quiso el madrileño hacer demostración palpable de su poder para realizar una lidia que, sin llegar al umbral de los sobresaliente, sí alcanzó notoriedad emotiva con lo hecho y dicho. Templó muletazos improvisados de rodillas, tras caer así al golpearle el toro en el inicio de faena, para después bajar la mano y torear despacio con esa singularidad que le imprime a su concepto. Fueron series con una y otra mano de poco más de tres muletazos con el remate de los obligados de pecho, cuando las características, por bondad y calidad de las embestidas, pedían más cantidad en la ligazón. De todas formas la faena tuvo fluidez y luminosidad, destacando un cambio de mano de cartel y un circular a cámara lenta excepcional. Con su característica forma de matar fulminó al de Domingo Hernández y las dos orejas no se hicieron esperar.

Ni que decir tiene que Enrique Ponce, pudo saborear también las nobles acometidas del rajadito cuarto. La facilidad técnica, donde parece desaparecer la

sensación de dificultad, le da una fluidez y luminosidad al muletazo que lo hace interesante. Como interesante fue una faena templada e hilvanada con la diestra con algunas desigualdades entre una y otra serie. Retomó el hilo del temple en el toreo al natural con el que reunió todas las delicadezas de unas formas irresistibles al público. El resultado: un toreo lento, hondo servido con el alma y un cambio de mano con insultante autoridad. La estocada quedó desprendida, pero no fue óbice para pasear el apéndice.

Al primero la faltó fondo y le sobró sosería. El valenciano lo hizo todo con suavidad en una faena con una pizca de intermitencia que se quedó sin finiquitar. Con el descabello se eternizó.

¿Y Talavente? Tengo la duda si los malos e ilidiables fueron sus toros o el triste y desubicado fue él. Quizás lo segundo.

Sevilla, lunes 17 de abril de 2018. 8ª de abono. Lleno

Cuatros toros de 

 y dos de 

 lidiados en segundo y sexto lugar. Desiguales de presentación y desiguales en su juego. Noble y de sosas embestidas el primero; con fijeza humillación y nobleza el segundo; blando y soso el tercero; muy noble y con clase en sus acometidas el cuarto; bravo y de menos a más el quinto, que fue indultado; complicado el sexto.

Enrique Ponce (rioja y oro), silencio y oreja.

Julián López El Juli (azul y oro), dos orejas y dos orejas. Salio a hombros por la Puerta del Príncipe.

Alejandro Talavante (negro y azabache), silencio y silencio tras aviso

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