2ª FERIA DE SAN FERMÍN

Los navarros se vuelcan con Pablo Hermoso de Mendoza en su emotiva despedida de Pamplona

El rejoneador navarro, junto a su hijo, abandonan el coso pamplonés a caballo tras cortar dos orejas cada uno.

Pablo y Guillermo Hermoso de Mendoza en su salida a caballo este sábado en Pamplona

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

La afición navarra se volcó hoy con Pablo Hermoso de Mendoza durante su corrida de despedida de la plaza de toros de Pamplona, donde este histórico rejoneador se forjó en sus inicios y en la que, ahora junto a Guillermo, ha llegado a salir hasta en 21 ocasiones por la Puerta del Encierro, aunque esta vez no lo hizo a hombros sino a lomos de uno de sus caballos.

Todo el festejo, de principio a fin, estuvo marcado por el adiós a este escenario del gran jinete de Estella, que, además de hacer avanzar la técnica del mejor toreo a caballo, logró instituir la corrida de rejones en la tierra del encierro en los Sanfermines de 1999, sin que haya dejado de celebrarse en esta fecha y siempre con su presencia estelar en el cartel .

Ya antes del inicio de la de hoy, la Casa de Misericordia descubrió a Pablo Hermoso una placa de homenaje en el patio de caballos y, antes de su triunfal salida junto a su hijo, un grupo de mariachis, además de otras piezas que ambos bailaron con sus caballos, le dedicó las notas de "El rey", en recuerdo de esas plazas mexicanas donde el navarro también ha ejercido su liderazgo durante dos largas décadas.

En lo meramente taurino, y más allá de lo sentimental, lo mejor de la actuación de Pablo Hermoso en el que era ya el paseíllo número 36 en esta plaza llegó con el primero de la tarde, un toro bajo y hondo de El Capea que, pese a que se le cruzó en los primeros compases de la faena, acabó embistiendo con un galope de mucha clase.

Y esa virtud la aprovechó el veterano jinete para, mejor a la hora del torear que a la de clavar, formarle un auténtico alboroto, llevándolo siempre muy prendido de sus caballos y en especial cuando realizó su suerte de la "hermosina" (encelar al toro con la grupa pasándosela de un pitón a otro) durante una vuelta al ruedo completa. Un rejonazo fulminante le ayudó a cortar las dos últimas de las sesenta orejas que ha paseado en Pamplona.

No estuvo tan lucido, en cambio, con el cuarto, noblote y con ritmo, con el que el fundador de la dinastía se mostró suficiente pero sin llegar a calentar a unos tendidos que, sea quien sea quien esté en el ruedo, y más allá de lo que se celebre, siempre prestan más atención a sus copiosas y sabrosas meriendas.,

En un día tan señalado, en la plaza que le vio nacer y crecer en el rejoneo, Pablo Hermoso recibió muchos brindis y entre ellos el de su hijo en el último de la tarde, un astado hondo y con movilidad con el que Guillermo echó el resto, en un alarde de garra y de amor propio que provocó momentos espectaculares.

Fue así como pudo acompañar a su padre en esa emotiva y triunfal salida a las calles de Pamplona, una vez que los fallos con el rejón de muerte, al final de una faena de menos a más, dejaron sin premio al heredero tras la lidia a mejor de un tercero de fuerzas justas y excelente calidad.

El también navarro Roberto Armendáriz -por segundo año se cerraba en Pamplona un cartel con tres jinetes de la Comunidad Foral- fue finalmente el convidado de piedra del homenaje pamplonés a los Hermoso, y no tanto por que no estuviera a la altura sino porque falló de más con los aceros finales ante sus dos enemigos.

De su actuación, además de los buenos quiebros con que clavó banderillas al quinto y un gran par a dos manos, tuvo especial mérito su forma de enfrentarse al segundo, un toro feo y cornalón que se reservó y soltó cabezazos constantes con el que no se amilanó, pero con el que se conformó al clavarle un medio rejonazo insuficiente para que el toro se echara pronto y que hizo que se enfriaran los tendidos.

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