MADRID
Miguel Andrades, quien da todo lo que tiene
El jerezano da una vuelta al ruedo y pierde premio por la espada. Destacó un tercero encastado de Hnos. Sánchez Herrero. Tarde gris de Álvaro de Chinchón y Manuel Caballero.

Miguel Andrades da una vuelta al ruedo en Las Ventas
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A quien da todo lo que tiene, no se le puede pedir más. Y así resultó el paso de Miguel Andrades por Las Ventas este domingo. El novillero jerezano puso empeño, valor, actitud de novillero con hambre de triunfo. Sus formas son mejorables, obviamente. Pero puso sobre el ruedo madrileño una encomiable disposición que gustó a los tendidos durante sus dos actuaciones con el lote mayores prestaciones de una desigual novillada de los Hermanos Sánchez Herrero.
Un novillo importante del hierro salmantino fue el tercero. Con brío y empuje en el peto y con transmisión, humillación y casta en la muleta. Ante él, un entregado Miguel Andrades, que supo tocar ciertos resortes que en Madrid gustan. Dejar al toro de largo al caballo, dirigir los terrenos al caballo de picar, citar de largo en el inicio de faena… traía aprendida la lección el jerezano. Firmó un vistoso quite galleando por chicuelinas y después un tercio de banderillas más que notable con dos buenos pares cobrados de poder a poder, el segundo y tercero. Con la muleta, eso sí, bajó el tono de la actuación. Templó, pero no mandó. Y cuando lo hizo, al natural, el novillo le prendió espectacularmente por el muslo izquierdo y después le volvió a lanzar otro derrote por el bajo vientre. Un milagro que el pitón no calase en ninguno de ambos derrotes. Volvió a la cara del novillo Andrades para cuajar una nueva tanda en redondo rotunda por, ahora si, el mando que imprimió a los derechazos. Quizá demasiado tarde. La espada difuminó cualquier posibilidad de trofeo y todo quedó en una ovación desde el tercio.
El sexto volvió a engancharle de fea manera por la espalda a la salida del primer par de banderillas. Tras el susto, volvió a poner a Las Ventas en pie con los dos siguientes pares. El novillo del hierro salmantino tuvo emotividad en las primeras embestidas del tercio de muleta. El de Jerez se dobló poderoso con él dentro de una atmósfera muy favorable y receptiva. Pero el novillo fue más bravucón que otra cosa y pronto echó el freno de mano. Se la jugó el novillero en varios parones entre las dudas del animal. Pero otra vez el fallo con los aceros le alejó de cualquier premio tangible. La vuelta al ruedo premió al conjunto de la tarde.
No comenzó con buen pie la novillada de los Hermanos Sánchez Herrero. El primero se descoordinó en los primeros compases de la lidia a vista de todos menos del presidente del festejo, que nos hizo perder el tiempo cambiando de tercio para después asomar el pañuelo verde al derrumbarse el toro en el de banderillas. El astifino sobrero de Aurelio Hernando se movió sin clase ni celo. El mérito de Álvaro de Chinchón fue fijarle en la muleta y limpiar los muletazos en redondo, por donde se basó la faena. La pena fue la escasa transmisión de su oponente, lo que le imposibilitó redondear el conjunto. Tampoco mejoró la nota media una estocada atravesada que asomó por el costillar.
El cuarto fue un ejemplar deslucido del hierro titular con el que Álvaro solo pudo poner disposición y voluntad sin sacar rédito alguno.
El primero del lote de Manuel Caballero no entraba por los ojos con esas hechuras acaballadas. Alto de cruz y sin perfil. Tampoco por su comportamiento en los primeros tercios. Aún así, tuvo una primera tanda por el pitón derecho aprovechable, en la que el albaceteño templó y se encajó con el. Pero hasta ahí llegó el bicho. Después quiso salir siempre desentendido del engaño, haciendo hilo y yendo al bulto por el pitón izquierdo. Tampoco estuvo fino con la espada Caballero, que hundió una estocada muy tendida y trasera tras un pinchazo previo.
Peores sensaciones dejó con el quinto, un animal manejable sin maldad alguna con el que se embarcó en una faena tan larga como insustancial. Una estocada muy trasera dejó todo en silencio como balance final.