1ª FERIA DE SAN BLAS

Oreja para José Garrido en un tibio inicio de Valdemorillo

El torero extremeño paseó el único trofeo de un festejo que no rompió por culpa de un encierro bajo de raza de Alcurrucén

José Garrido con la única oreja cortada este sábado en Valdemorillo

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Se echaba en falta volver a una plaza de toros tras el invierno. Lejano quedaba ya el 12 de octubre venteño y este año, los más frikis nos habíamos quedado sin la previa gélida de Ajalvir. Los nuevos tiempos… Valdemorillo significa este año el descorche de la temporada y también de la aventura en solitario de Espacios Nautalia 360. Y no comenzó mal en la previa. La plaza rozó los tres cuartos de aforo.

A ese buen ambiente no se sumó la corrida de Alcurrucén, que enlotó un encierro muy desigual de hechuras que estuvo además muy medido de casta.

El primero se sostuvo con alfileres en los primeros tercios. Al límite de todo. Lo mantuvo Juan Ortega a base de temple y mimo con el capote. El inicio de faena, por bajo, rezumó gusto y buen aire. Después la faena no terminó de romper. Hubo muletazos de buen trazo, sobre todo al natural. Pero faltó una serie compacta para elevar la nota media y al toro haber puesto más de su parte a la hora de querer tomar el engaño. Con los aceros se espesó el sevillano y todo quedó en una ovación desde el tercio.

Menos historia tuvo la faena al simplón cuarto. Dos chispazos en un inicio por bajo y después la nada. Ni el toro le puso casta ni a Ortega se le vio despejado de mente.

El segundo, “Afectuoso”, fue un notable ejemplar de Alcurrucén. Se desplazó con alegría en todos los tercios y quiso tomar las telas siempre por abajo. José Garrido lo cuajó con el capote. Tanto en el saludo inicial como en un posterior quite ceñido por chicuelinas. Pero con la muleta fue otro cantar. Tras una primera tanda esperanzadora a derechas, el extremeño se amontonó en series en las que faltó mayor dimensión a los muletazos. Todo sabía a poco. La estocada desprendida dejó el reconocimiento en una ovación final tanto para el torero como para el toro.

Se entendió más y mejor con el quinto, un toro sin remate ni trapío que fue protestado con toda justicia. Un retal en toda regla. Después el animalejo de Alcurrucén se dejó, más por el pitón izquierdo. Por ahí llegó la tanda más rotunda del trasteo. Ligazón y ajuste como armas. Eso, y un final por manoletinas de rodillas elevaron el diapasón de la intensidad en los tendidos. La espada viajó certera y arriba y los pañuelos decretaron mayoría para que Garrido pasease la oreja.

El primero del lote de David de Miranda fue ese medio toro que sirve de poco por su escasa emoción. El prólogo del trasteo con un pase cambiado en los medios fue lo más destacado. Después, todo fue una sucesión de pases sin eco en los tendidos. Una estocada arriba volcándose sobre el morrillo le valió para saludar desde el tercio.

El sexto tampoco fue nada del otro mundo. Pero esta vez De Miranda puso lo que le faltó al toro. Derecho como una vela y firme en la cara del toro, fue haciendo una faena a más. Asentado y seguro de sí mismo, llegó a levantar al público en un final de trasteo emocionante. Pero el fallo a espadas le alejó de haber puntuado.

Valdemorillo (Madrid), sábado 8 de febrero. 1ª de Feria. Casi tres cuartos.

Toros de 

, muy desiguales de presentación. Con más kilos que trapío. El quinto, impresentable. Conjunto desigual en juego y bajo de raza en conjunto. El más completo, el segundo, ovacionado. El resto, manejables en distinto grado.

Juan Ortega, saludos tras aviso y silencio.

José Garrido, saludos y oreja.

David de Miranda, saludos y saludos.

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