28ª SAN ISIDRO
El póker de Talavante en San Isidro, un farol histórico
Sainete con la espada y muchas dudas durante toda la feria; Rafaelillo cortó una oreja por una gran estocada a un sensacional toro de Adolfo Martín.
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Tras casi tres años de parón voluntario, Alejandro Talavante quiso volver a lo grande en ruedos españoles. Cuatro tardes de máxima responsabilidad en San Isidro. Tres viernes y una corrida de Adolfo Martín. La feria a sus espaldas, pero no pudo cargar con el peso de Madrid. El misterio de sus muñecas naufragó. Toro a toro, nueve en total, su nivel se fue diluyendo hasta llegar al petardo con el último toro. Gritos de "fuera, fuera", lluvia de almohadillas y bronca a la antigua en su adiós de un mes, el suyo, para olvidar. Lo suyo con la espada es preocupante.
Talavante salió sin complejos a por su primero. Lo pasó dos veces con el capote para comprobar sus intenciones y rápido se estiró a la verónica. Sin excesiva brillantez, pero con voluntad de agradar. A la cuarta fue a la vencida, aunque el toro ya mostró de salida su debilidad en los cuartos traseros. Le hicieron todo perfecto y destacaron dos soberbios pares de banderillas de 'Fini', que por fin se ha colocado con un torero a la altura de su categoría como subalterno. Talavante arrancó por bajo entre las rayas de picar para probar el estado del toro tras la lidia. Quería más que podía el de Adolfo.
El extremeño, con cinco puertas grandes en Las Ventas a sus espaldas, pagó el pato de haber cargado con la feria a sus espaldas. Si bien sus tres primeras apariciones dejaron a todos con ganas de más, con este de Adolfo hizo todo a la perfección. En el sitio justo, los toques livianos con los vuelos y corriendo la mano con mucho tino al cambiante ritmo de un toro que no regaló nada porque no tenía nada que ofrecer. Madrid estuvo muy dura con él. Con la espada, un calvario. Se le fue muy abajo en los tres primeros intentos y lo remató con un golpe de verduguillo.
Se tenía que haber despedido de la feria con un Adolfo con hechuras de lo viejo de Albaserrada, algo más terciado, pero acorde a la definición de trapío. En el tercer capotazo dobló las manos y Madrid se puso a la contra antes de que saliera el caballo de picar al ruedo. Tras el primer puyazo, al corral. Salió un sobrero de Garcigrande herrado con el número 121 y de nombre 'Cuarenta y uno'. De no haber estado Talavante en el cartel no habría encerrados por si acaso dos de Garcigrande y Victoriano del Río. Para eso también hay que ser figura.
No había salido por chiqueros y ya se le estaba protestando. Empujó con fijeza en el caballo de Manuel Cid y se quedó dormido en el peto un par de minutos. Hizo caso omiso a los capotes y un monosabio tuvo que colearlo para sacárselo de encima. Madrid lo protestó con vehemencia, pero fue muy efectivo. Además, al caballo se lo llevaron con rapidez, probablemente con alguna herida tras el largo encuentro con los 615 kilos del toro de Justo Hernández. Talavante se lo puso muy fácil al toro, que tenía calidad en la embestida, pero le faltó mucho fuelle para que un torero como el extremeño pudiese lucir su concepto. Cabizbajo, se fue a por la espada entre el griterío de unos tendidos contra el otro, el de siempre, que intentó reventar por todos los medios la faena de Talavante. Con la espada volvió a venirse abajo. No lo ve nada claro y ahí sí que se debe notar la inactividad.
El primero de la tarde tuvo todas las virtudes que se le pueden pedir a un animal de este encaste salvo la fuerza. Sin ser un inválido, le costó entregar su bravura en el prólogo que le propuso Rafaelillo. Los primeros tercios fueron para cumplir el expediente y poco más. Según fue avanzando la faena de muleta, 'Mentiroso' se vino arriba e hizo olvidar a la plaza su efímera flojera. Rafaelillo le corrió la mano con inteligencia, intentando gustarse, pero muy al hilo del pitón y sin apretar de verdad a un toro que le permitió de todo. Las Ventas no fue tan beligerante esta vez con la colocación. Venir predispuesto también es pasar por alto lo que a otros se les censura. Lo mejor, un final de faena con bellísimos remates que precedieron a una estocada que por sí sola mereció el trofeo. Petición unánime y oreja de esas que confirman que, gustos aparte, Rafaelillo es un maestro de la corrida dura. Y, además, su buena fortuna. Aquellos de Dolores, el de Miura y este 'Mentiroso'.
Salió a por todas con el cuarto, un Adolfo cornipaso de espectacular presencia. Consciente de que tenía la Puerta Grande cerca y sabedor de los gustos de esta plaza cuando los toros son grises. Lo dejó largó en el caballo y Agustín Collado estuvo muy acertado con la puya, aunque la pelea del toro fue ínfima, pero algunos se quedan con la carrerita previa y obvian lo fundamental, que es el comportamiento en varas y el castigo recibido. Lo de siempre. Adolfo grande, pero mejor que ande. También lo bordó Lipi en la brega, justo antes del brindis de Rafaelillo al público, al que se notó muy predispuesto.
Puso todo y más el murciano, citando siempre al hilo y queriendo torear vertical y por abajo. Cuando 'Aviador II' se deslizó hasta el final, los muletazos brillaron, pero estaba cogido con pinzas. Se dejaba más cuando lo citaba para fuera, pero se empeñó en torear en dirección a las tablas y ahí se defendía más el toro. Se metió entre los pitones y trató de sacarle algo que no tenía, que era recorrido, casta, entrega, etc. En definitiva, un toro imposible para el triunfo en ese registro tan bregador de Rafaelillo. Madrid se mostró muy cariñosa y no fue para menos. Lo mató con muchísima habilidad al segundo intento y cayó redondo. Tarde muy seria la suya y toque de atención a las empresas, que se han olvidado de él.
El segundo, una pintura, salió embistiendo como si estuviera picado. Se lo hizo todo muy suave Manuel Escribano y Juan Francisco Peña lo picó perfecto. En su turno de quites, Talavante toreó por gaoneras, que no es lo mismo que hacer gaoneras. Templado, encajado y sin tirones, aunque evidenció la falta de vigor de 'Tomatillo'. Banderilleó con eficacia Escribano, especialmente en ese par al violín quebrando al toro por los adentros que tanto llega a los tendidos. En la muleta se confirmó la invalidez del animal. Quería coger la muleta por abajo y empujando para embestir con calidad, pero no había gasolina para tirar de sus 560 kilos. Escribano lo intentó, pero Madrid, ahora sí, se le echó encima injustamente. Para algunos tendidos, el DNI es más importante que la colocación. Lo cazó al tercer intento con la espada y dejó media estocada algo trasera.
A la puerta de chiqueros se fue a recibir al quinto, un toro de portada de revista. Con dos pitones para colgarlos en la pared. Lo pasó con una larga cambiada meritoria y se fajó con él con más esfuerzo que brillantez. Le arrancó el capote y tuvo que tomar el olivo para evitar males mayores. Con las banderillas, otra muestra de la intransigencia de un sector de la plaza. Escribano puso dos pares grandiosos, especialmente el tercero, por dentro. En el segundo se alivió más, pero en conjunto dejó una tarde sobresaliente con los palos.
Brindó al público y se quedó a medio camino entre el tercio y el centro del anillo. Lo intentó con mucho mérito, pero tuvo que pechar con la alimaña clásica del encaste. Le sorprendió cruzándose por el derecho y a punto estuvo de echárselo a los lomos. Imposible hacer algo con semejante despojo. Lo único que estuvo en su mano, la espada. Un estoconazo que acabó con el toro en siete segundos.
Madrid, sábado 4 de junio de 2022. 28ª de Feria. Lleno de 'No hay billetes'.
Toros de Adolfo Martín, bien presentados, muy flojos y de juego desigual; destacó el 1º, un gran toro, y de Garcigrande (6º, bis), serio, con calidad, pero descastado.
Rafaelillo, oreja y ovación.
Manuel Escribano, silencio y ovación.
Alejandro Talavante, leves pitos y fortísima bronca de despedida tras aviso.