GRANADA

¿Por qué Talavante quiso vestirse de torero en la casa de García Lorca? "No siempre encuentras el duende"

Este sábado, Granada celebró la primera edición de la Corrida Lorquiana. Alejandro Talavante se enfundó el traje de luces en la Huerta de San Vicente, la casa de verano del poeta.

Alejandro Talavante junto al piano original que tocaba Federico García Lorca

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Eran las cuatro menos cuarto en punto de la tarde del primero de junio y un coche negro aparcaba junto a la Huerta de San Vicente, la casa de campo de la familia García Lorca. Una residencia de verano que antes se encontraba en plena vega granadina y que ahora sin embargo ya forma parte del trazado urbanístico de la ciudad.

En el maletero del vehículo iban dispuestos grandes baúles cargados de arreos y un traje de luces tabaco y oro. Al abrirse la puerta del deportivo apareció una silueta inconfundible y serena, la de Alejandro Talavante al que acompañaba su mozo de espadas.

El capítulo de la Fundación del Toro de Lidia de Granada tuvo, hace ya años, la brillante idea de organizar un festejo en homenaje a Federico. La vinculación de su obra con la cultura taurina bien merecía ponerse manos a la obra y dedicar horas y esfuerzos para hacer realidad un proyecto único del que no había ningún precedente.

Talavante y su apoderado Simón Casas, en los exteriores de la casa de Federico García Lorca

Talavante y su apoderado Simón Casas, en los exteriores de la casa de Federico García Lorca

Desde el principio se pensó que la tarde lorquiana debía comenzar en esa Huerta de San Vicente donde lo ideal sería que un torero se pusiera el chispeante. Cuando se conformó el cartel se les ofreció a los tres actuantes la posibilidad de hacerlo y fue Talavante quien ilusionado expresó que para él sería un privilegio.

Tres horas y media antes de la corrida y vestido con pantalones vaqueros y camisa verde empezaba a recorrer todas y cada una de las estancias del lugar. Acompañado por expertos en la obra de Lorca, en el salón de la casa se interesó por los entresijos de la vida del dramaturgo y preguntó por las rencillas y el odio que ciertos sectores le profesaban.

En la cocina a Alejandro le impactó la forma de entender la vida de Federico. Una existencia pegada a la tierra, a lo popular y preocupada por el débil y por el marginado.

Y fue frente al piano original que el de Fuente Vaqueros tocaba donde preguntó cómo era la forma que Lorca tenía de entender la muerte. Con la gallardía del que en unas horas se juega el pellejo afirmó que cuando ves venir la parca de cerca "conviene no hacer el ridículo".

Alejandro Talavante junto al cartel de La Barraca

Alejandro Talavante junto al cartel de La Barraca

Acto seguido, el tono cambió y entre risas y chascarrillos, Talavante subió a la planta superior de la casa donde se encuentra el lugar más especial, la habitación del poeta. El lugar donde está la mesa en la que fueron escritas obras como Yerma, Bodas de sangre, el Romancero gitano, Doña Rosita la Soltera, El Público o Así que pasen cinco años.

Allí se habló sobre la inspiración, sobre el "duende". Ese que "a veces crees que llega cuando pegas un muletazo pero que luego los públicos no te cantan". En silencio el torero sacó su mano izquierda del bolsillo y la pasó por la madera del escritorio. Le ofrecieron al extremeño vestirse en esa estancia frente al cartel de la barraca, el teatro universitario que fundó Federico.

Dijo que el lugar le imponía mucho respeto y decidió hacerlo en el exterior de la Huerta, a la entrada de la que en su día era la casa del guarda. Antes de comenzar y a pleno sol, por eso de la aclimatación, pidió un libro del poeta que estuvo ojeando sin prisas. A continuación, debajo de una frondosa parra y acompañado por su mozo de espadas, por Simon Casas y por multitud de cigarrillos, empezó a enfundarse. Una imagen de otro tiempo.

El diestro extremeño fumando un cigarro mientras le ata los machos su mozo de espadas

El diestro extremeño fumando un cigarro mientras le ata los machos su mozo de espadas

Ya vestido y acompañado por su cuadrilla quiso de nuevo entrar en la casa para fotografiase de oro. Al salir un Ford V8 del año 1935 le esperaba en la puerta. Subió junto a Manuel Izquierdo y puso camino a la plaza, al "único sitio a donde se va con la seguridad de ver la muerte rodeada de la más deslumbradora belleza".

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