MADRID

Sánchez Herrero triunfa sobre una terna desbordada en Las Ventas

La ganadería salmantina lidió cinco novillos con posibilidades y solo Daniel Menés fue capaz de levantar el ánimo del gélido público madrileño.

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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Madrid asusta. El turista de la #EspañaVaciada que llega y la conoce se asombra. Si encima llueve y hace mal tiempo, la capital se convierte en laguna Estigia y Las Ventas se disfraza de Caronte para cobrar los pecados de aquellos que no han ido por el camino recto. Novilladas, abril y lluvia. Madrid vivió un nuevo episodio del camino hacia la desaparición de la Tauromaquia con un festejo en el que seis animales dejaron su vida ante la pasividad de todos los presentes. Tres puestos codiciados en una plaza que ha pasado de dar oportunidades a cobijar falsas esperanzas ancladas en una ilusión marchita y caduca. Carnaza para los antitaurinos ver como aquellos utreros agonizaban ante la inacción de los de luces. Novillada de categoría y con romana para una terna que, por edad, no puede considerarse inexperta.

Solo el local Daniel Menés fue capaz de agitar los paraguas con su muleta. La variedad cromática de los chubasqueros chinos en los bajos del 7 le daba un toque LGTB al festejo. La casualidad progre. Banalidad ante un lote para salir de Madrid con la llave del mercedes y una punta de vacas en el cortijo. Una pena. Mostró disposición con el capote, pero no aportó virtudes a una lidia que en Madrid y solo en Madrid tiene importancia.

Desastre absoluto en varas con su primer novillo y brindis al cielo, por la madre, por Víctor y por todos los toreros. Voluntad en la muleta, mucho corazón y apagón venezolano en la cabeza. La codicia, clase y calidad del bravo Imposible que hizo tercero desterró cualquier opción de triunfo. Definición cuasi perfecta de lo que en Madrid se vivió. Otro novillo que se va con las orejas puestas en la época de Simón y ninguna reacción.

Con el sexto, un toro de cualquier plaza y que empujó con fuerza en el peto, el torero que acude a la plaza en la línea 4 del subterráneo no estuvo a la altura de la movilidad y la calidad de un novillo, Saltarín, que se fue entre los vítores de los escasos 500 aficionados que quedaban en la plaza.

Abel Robles volvía a Madrid con ilusión y cierta expectación. Un problema grave de salud y el brindis de la Fundación del Toro de Lidia a la afición de Olot le han colocado en un sitio de cierto privilegio. Como siempre, cuanto mayor es la expectación, la tragedia tiene más vigor. Se fue a portagayola con su primero, que recibió estoico las “rebanás” por faroles de Menés. Robles no se entendió con el utrero en el último tercio, se atrancó con la espada y acabó escuchando los tres avisos.

El novillo, agonizante y en sus estertores, permaneció en el ruedo y fue Florito quien hubo de sacarlo del ruedo. Un animal ahogado en su propia sangre mientras los bueyes lustrosos de Madrid paseaban sus heces por el ruedo ante el oriental asombro. No hace falta ser animalista para sentir lástima por ese, Gordo, novillo. ¿Para qué demonios se le paga un sueldo al puntillero de la plaza? Con el quinto, pronto y repetidor, Abel Robles no estuvo fino y acusó el revés del triple castigo. Pasó otro viacrucis con la tizona. Madrid le respetó e hizo caso omiso de una tarde aciaga para el catalán que debe hacerle reflexionar.

Miguel Maestro pasó de puntillas en su enésima oportunidad venteña. Desde su debut en 2001, el novillero de 34 años no ha terminado de cuajar. 18 años con los del castoreño no han sido suficientes para ahondar en su concepto. En su primero, destacar a Sergio Aguilar con los garapullos, brillante como siempre, y la estocada cobrada al segundo intento del veterano novillero. En el 4º turno, Maestro volvió a nacer tras una agónica voltereta que sobrecogió a los pocos que se atrevieron a sentarse en la fría y húmeda piedra madrileña. Quiso hacer las cosas bien con la muleta, pero el novillo demandaba pasajes más que buenos. Su asfixiada calidad se fue por el sumidero y, con ella, quizá se haya llevado la castañeta de un torero que ya ha dicho todo lo que tenía que decir.

Otra novillada para reflexionar sobre el actual modelo del escalafón menor y aquellos que habitan en él sin un ápice de interés para el que paga. El mal tiempo.

unido a un cartel sin alicientes, dejó una paupérrima entrada y un espectáculo que diezma las ilusiones y el porvenir de muchos jóvenes que piden paso y se resignan a tener que penar por plazas de escasa o nula repercusión. Madrid no merece domingos así y el toreo se muere ante una regeneración que ni existe ni indica proximidad.

Madrid, domingo 7 de abril de 2019. Más de 1/5 de plaza (5.622 espectadores).

Novillos de 

, excelentemente presentados y de buen juego en general. 1º, deslucido; 2º, manejable; 3º, bravo y codicioso; 4º, manejable y con clase; 5º, exigente y repetidor; 6º, manejable y con calidad.

Miguel Maestro, ovación con división al saludar y silencio tras aviso.

Abel Robles, silencio tras tres avisos y silencio tras aviso.

Daniel Menés, silencio y silencio.

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