SANTANDER

Ureña triunfa y Morante se redime

Paco Ureña abrió la última puerta grande de la Feria y Antonio Ferrera paseó un trofeo. Morante fue abroncado en su primero y ovacionado en el quinto.

Paco Ureña en su salida a hombros este sábado de la plaza de toros de Santander

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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De nuevo los diez minutos de rigor para terminar de recomponer el diezmado y embarrado ruedo santanderino. Kilos de serrín para absorber el agua caído durante toda la mañana y minutos antes de que comenzase el último festejo de la Feria de Santiago.

El primero de Jandilla, con su carita bondadosa, empujó con brío en el caballo pero llegó medido de casta al último tercio. Paciente Antonio Ferrera con él. Sobándolo a su altura hasta que al final del trasteo llegó una tanda de notable trazo a izquierdas. Temple y armonía para gobernar la embestida del toro. Un pinchazo y una estocada entera dejaron todo en una ovación de reconocimiento.

Pero donde llegó el cante grande de Ferrera fue con el manejable cuarto. Aquí se explayó el extremeño en una faena plena de gusto y relajo. Primero a izquierdas, el mejor pitón del toro de Jandilla. Tirando con extrema suavidad de sus embestidas para enroscárselas a la cintura. Rotundo todo. Y después al natural con la derecha antes de firmar una tanda última por el lado zurdo que rezumó torería y armonía. Un espadazo tumbó al toro y la oreja tuvo sabor a premio cabal.

A Morante de la Puebla le estaban esperando con la escopeta cargada desde su “petardo” del año pasado. Y no le perdonaron ni una. Ya comenzó la protesta cuando fue José Antonio Carretero quien llevó al toro al caballo. Y la rechifla sin educación ni sentido continuó cuando el sevillano cogió la muleta. Se perdió el respeto sin motivo al torero. Las cuitas del pasado, pasado son. Así que Morante tiró por la calle de enmedio visto el panorama. Un pinchazo y una estocada al encuentro desataron la bronca final.

La reconciliación entre Morante y Santander llegó en el quinto, un toro estrecho de sienes, que pese al desorden en los tercios de varas y banderillas, llegó al de muleta con ciertas posibilidades. Morante, muy arrebatado desde el capote, realizó una faena intermitente pero con fogonazos de toreo sentido y puro. Una tanda a derechas al principio y otra de naturales al final, de gran encaje y profundidad ambas, fueron el cenit del trasteo. Un pinchazo y un gran volapié hicieron que la ovación final tuviera el consenso de toda la plaza.  

Tras la bronca en el tercero a Morante, todo lo que hizo Paco Ureña en el tercero fue recibido con alborozo. Lo bueno y lo menos bueno. Porque buenas fueron las verónicas y la media de recibo del murciano al de Jandilla. Como el inicio de faena con varias trincherillas de cartel. Pero el toro duró a penas dos tandas. Ambas a derechas, con mando, ligazón y reunión. Después el animal bajó de revoluciones y con ello la intensidad de la faena. Pero una estocada en la que Ureña fue encunado, valió para que se desatase la petición del doble trofeo en los tendidos. El palco accedió y las concedió.

La faena al sexto fue otro cantar. El manso de Borja Domecq fue siempre incierto y bruto en sus embestidas. Ureña estuvo paciente, intentando limar los defectos del toro a base de técnica y buena colocación. Pero solo en unos circulares finales logró la brillantez. Dos pinchazos previos a una estocada desprendida la alejaron de aumentar su marcador.

Santander, sábado 27 de julio de 2019. 7ª de Feria. Lleno.

Cinco toros de 

y uno de 

 (2º), de correcta presencia y desiguales hechuras. Corrida mansa y baja de casta. Manejable pero a menos el tercero. De buen pitón izquierdo el cuarto. El resto, de menos opciones.

Antonio Ferrera, saludos y oreja.

Morante de la Puebla, bronca y saludos.

Paco Ureña, dos orejas y silencio.

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