Consiguen devolver a la vida a un microorganismo que pasó congelado 24.000 años

Científicos de un laboratorio de Rusia han conseguido descongelar a un ejemplar de bdelloidea que llevaba inactivo varios milenios, devolviéndolo a la vida con éxito

Imagen ilustrativa de un microscopio

David Ferreiro

Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Un grupo de científicos de un laboratorio de Rusia han conseguido devolver a la vida a un ejemplar de bdelloidea, un animal microscópico del tipo rotífero, que llevaba unos 24.000 años congelado en la capa de suelo permanentemente congelada, concida como el permafrost, del Ártico ruso.

Así lo ha comunicado la revista científica Current Biology este mismo mes, que se hace eco de esta investigación llevada a cabo con el diminuto animal hallado en el río Alazeya del país ex-soviético, más concretamente en la zona de Siberia cercana al Ártico, ya que este pequeño ser acostumbra a encontrarse en zonas de agua dulce y tierra húmeda.

Tras descongelarlo, el microorganismo ha conseguido reproducirse asexualmente, un descubrimiento increíble si se tiene en cuenta que el aninal se encontraba desde hace varios milenios en un estado conocido como criptobiosis, que es el proceso biológico que llevan a cabo algunos organismos cuando se encuentran en condiciones adversas y que les permite suspender sus procesos metabólicos hasta que estas mismas condiciones sean más favorables.

Este hallazgo ha supuesto un antes y un después en el ámbito de este tipo de investigaciones, ya que hasta la fecha se pensaba que este tipo de organismos solo podían mantenerse con vida un periodo de unos 10 años aproximadamente.

De esta manera, y según los datos de los que se han hecho eco portales científicos como Live Science, los investigadores sopesan ahora la posibilidad de que estos organismos puedan aguantar con vida de forma indefinida, aunque por el momento se deconoce cómo lo consiguen.

Para conocer la edad aproxiamada de estos rotíferos, los científicos realizaron diferentes pruebas con radiocarbono, que estipularon que el espécimen tenia en torno a los 23.960 y los 24.485 años de anntigüedad.

Una vez descongelado, la bdelloidea no solo volvió a la vida, si no que comenzó a reproducirse de forma asexual a través de un proceso conocido como la partenogénesis, en el que una célula reproductora es capaz de formar un nuevo individuo sin que previamente sea fecundada, creando una especie de clon en el que se duplican los genes originales.

El permafrost, el mejor aliado

Esta increíble resistencia tiene un claro protagonista más allá del microorganismo y es el permafrost, también conocido como permahielo, que son las capas del suelo permanentemente congeladas pero no siempre cubiertas de hielo o nieve, comunes en regiones frías y cercanas a los polos del planeta.

Las citadas capas suelen llevar cientos o miles de años en este estado y es precisamente por ello, que permiten que los organismos allí congelados se mantengan en perfectas condiciones, ya que en ningún momento a lo largo de la historia se han descongelado.

Por ello, es en estas capas donde se encuentran los especímenes mejor conservados de diversos animales con miles de años de antigüedad, algunos ya extintos en nuestros días como los mamuts.

De hecho, y como recoge el portal especializado Live Science, en los últimos años ya se ha estado investigando con varios animales encontrados en estas zonas en un gran estado de coservación.

Así, en 2020 se encontró en Siberia el cadáver de un pajaro que parecía haber muerto un puñado de días atrás, pero que en realidad tenía 46.000 años de antigüedad.

Sin embargo, nos tenemos que situar un par de años más en el pasado, concretamente en 2012, para encontrar un hallazgo similar al ocurrido ahora en Rusia. Por aquel entonces, un grupo de científicos consiguieron regenerar plantas de 30.000 años de antigüedad a partir del tejido frutal todavía inmaduro que se había congelado en el permafrost.

Por otro lado, el caso más parecido ocurrió en el pasado 2018 y también fue recogido por el portal Live Science. En aquella ocasión, los investigadores consiguieron devolver a la vida a unos minúsculos gusanos llamados nematodos, algunos de 32.000 años de antiguedad y otros de unos 42.000 años.