¿Nos vemos más jóvenes de lo que realmente somos?

Vernos más jóvenes de lo que de verdad somos es relativamente frecuente y tiene una comprensible razón de ser

Imagen de recurso

María Bandera

Publicado el - Actualizado

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Seguro que alguna vez has mirado de reojo a una madre a la salida del colegio y después de preguntarte sobre su edad, has pensado 'yo estoy mucho mejor'. Pero ¿hasta que punto es real esa 'buena' -o mala- imagen que nos creamos de nosotros mismos?

La imagen corporal es el conjunto de pensamientos y emociones que tenemos sobre nuestro cuerpo, y el cómo cuidemos esas opiniones, será causa y consecuencia de nuestra conducta con respecto a nosotros mismos y a los demás. "Si la cara es el espejo del alma, el cuerpo es la armadura que nos protege de nuestro interior, a la vez que es nuestra carta física de presentación al mundo", explica a COPE, la psicóloga clínica, Pilar Guerra. "Si bien al mirarnos al espejo, se proyecta nuestra propia silueta de una manera real, la imagen corporal que cada uno tiene de sí mismo, depende de las “gafas” que nos pongamos para verlo", aclara.

La imagen corporal que cada uno tiene de sí mismo, depende de las “gafas” que nos pongamos para verlo

¿CÓMO SOMOS Y CÓMO PENSAMOS QUE SOMOS?

Recuerda la experta que para la OMS, el ser humano "es una mezcla de psiquis, biología y socialización, con una dotación de raciocinio, lo que nos diferencia de otros animales".

Somos por tanto "individuos consecuencia de una parte intelectual que forman nuestras ideas, creencias y pensamientos, una segunda parte con emociones, y una tercera que la constituye nuestro cuerpo físico y dotados de una personalidad”.

La personalidad, es el "cómo somos”, el mix explosivo de las actitudes que tenemos, así como de ideas sobre nosotros mismos y el entorno, los sentimientos que nos vamos fabricando desde que tenemos uso de razón, y de todas las conductas observables".

"Pensar es el trabajo más difícil que existe. Quizá esa sea la razón por la que haya tan pocas personas que lo practiquen”. Henry Ford

Por otro lado, lo que pensamos que somos "es el conjunto de nuestras propias ideas, creencias, opiniones sobre nuestro ser y nuestra existencia". Para ello, "el ser humano ha de utilizar la percepción, por la que nuestro cerebro interpreta un mundo de sensaciones que nos provoca todo aquello con lo que nos relacionamos".

El 'solo sé que no sé nada'' de Sócrates "se quedaría corto para explicar por lo tanto el cómo domar a la percepción para que nos facilite poder llevar nuestra imagen corporal lo más dignamente posible para vivir con la mayor coherencia y salud mental".

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IMAGEN PROPIA ¿NEGATIVA O POSITIVA?

Hablar de autoimagen es hablar de autoestima. "A mayor autoestima, mejor autoimagen corporal. Por el contrario, una autoestima dañada, es la responsable de la crítica a nuestro cuerpo", advierte Guerra.

Tendemos a tener una imagen negativa de nosotros mismos en mayor porcentaje

Miramos constantemente "las partes que constituyen nuestro ser humano, tanto las mentales como las corporales, y en ocasiones, lejos de aceptarlas, las ponemos a prueba, incluso las rechazamos. Tendemos a ser perfeccionistas sin saber muy bien la razón".

Los parámetros sociales, de “belleza” recuerda, no son la realidad, sin embargo, "lo aceptamos sin más, por lo que tendemos a tener una imagen negativa de nosotros mismos en mayor porcentaje".

¿QUÉ FACTORES INFLUYEN EN LA IMAGEN QUE TENEMOS DE NOSOTROS MISMOS?

1.-La educación y el medio en el que hemos nacido. "El estilo con el que observamos que nuestros padres manejaban el hablar sobre sí mismos contribuye a tener un diseño con mayor o menor exigencia de nuestra autoimagen. Unos padres que se han basado en la crítica constante a nuestro cuerpo y manera de ser y de comportarnos han podido ser en parte altamente responsables del cómo nosotros manejamos la idea que tenemos de nosotros mismos".

Por otro lado, "dar el valor de la individualidad a los hijos, genera un desarrollo personal mucho más sano y una inteligencia emocional más completa".

Compararnos con los demás es una trampa para nuestra autoestima

2.-Los factores genéticos, el hecho de "heredar” una personalidad con tendencia "a vislumbrar la realidad de manera más objetiva y práctica, frente a otras donde existe un pensamiento más distorsionado".

3.- Compararnos con los demás "es una trampa para nuestra autoestima, no solo porque saldremos mejor o peor parados, sino por el mero hecho de utilizar la comparación como vara de medir".

4.- Nuestra identidad pública nos va a alimentar un autoconcepto positivo o negativo. Lo que proyectemos en los demás, la imagen pública que tengamos contribuye a ser un pilar para nuestra autoconfianza. "Una persona con un histórico social positivo va a andar por la vida con más seguridad frente a otros que solo han escuchado censuras y han estado sometido a examen de manera continua".

La imagen pública que tengamos contribuye a ser un pilar para nuestra autoconfianza

5.-Los roles sociales refuerzan nuestra autoimagen. "Desempeños laborales de alto prestigio, condición social y económica elevada, parece que están en relación con un mayor autoconcepto y autoestima, aunque no deja de ser otra trampa social por convertirnos en corredores de maratones de autoexigencia".

6.- La identificación con nosotros mismos es el factor más importante que hace depender una buena autoimagen de una negativa. "Ser capaz de lidiar con la educación recibida, los factores sociales o las opiniones distorsionadas, contribuyen a hablarnos a nosotros mismos desde la objetividad".

La edad mental lucha contra el tiempo de la edad cronológica

LA EDAD MENTAL LUCHA CONTRA EL PASO DEL TIEMPO

La edad mental "lucha contra el tiempo de la edad cronológica", explica la experta. Por esta razón "hay personas con mucha edad que se ven más jóvenes de lo que son, y al mirarse en el espejo o en fotografías no se reconocen… su mentalidad y la manera de interpretar el mundo y los acontecimientos de manera optimista les ha llevado a la eterna juventud".

En esta percepción de nuestra edad, parece que lso años que tengamos cumplidos desempeñan un papel bastante activo. "Estudios de la Universidad de Waterloo afirman que está comprobado que las personas mayores tienen más dificultades que las personas más jóvenes para distinguir el orden con que ocurren los acontecimientos en el tiempo, ya que con la edad se distorsiona el procesamiento de la información, sobre todo el concepto del tiempo”.

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A PARTIR DE LAS 50 AÑOS

Cuando pasamos de los cincuenta, el propio deseo de “parar la edad puede que nos haga pensar que tenemos menos años de los reales".

Esto sucede también a otras edades. "Del mismo modo que el joven quiere conseguir su independencia de la manera más rápida posible, se puede percibir con más edad de la que realmente tiene".

Percibimos los cambios de manera más contundente en los demás

¿NOS VEMOS MÁS JOVENES QUE OTROS?

Así es. "Percibimos los cambios de manera más contundente en los demás, lo que tiene que ver con nuestra autopercepción interna. Las personas más satisfechas con su imagen corporal tienen una autoestima más alta, resistente a observar y observarse el paso de los años en su propio cuerpo".

Pero jugamos con un doble rasero. Por un lado está la percepción subjetiva, que es la que nos atribuimos a nosotros mismos y por otro la percepción objetiva, que es la que utilizamos para observar a los demás. "Vemos el envejecimiento en otros tal y como es, mientras que la cotidianeidad con la que nos relacionamos con nosotros mismos, nos impide observar los cambios en nosotros mismos".

A QUÉ RESPONDE ESTE DOBLE RASERO

Para Pilar Guerra la respuesta está clara y responde a la "tendencia generalizada del miedo a envejecer, que asociamos con la muerte". "Si es el otro es el que envejece, y no nosotros, nos quedamos tranquilos”.

Es como si domásemos a nuestra percepción y la “manipulásemos” para dirigirla de acuerdo a nuestras necesidades en ese momento, algo que hacemos "de manera casi inconsciente" como mecanismo de defensa para no encontrarnos con la consciencia de una realidad que duele"

Pero también responde a patrones sociales, "nos enseñan a asociar lo joven con la belleza y el paso de los años como algo negativo y menos atractivo".

¿HASTA QUÉ PUNTO ES BUENO VERNOS MÁS JÓVENES?

Esta percepción distorsionada no es baladí y tiene su lado positivo. "Puede ayudar a prevenir depresiones y trastornos de ansiedadque tienen que ver con la ausencia de belleza física joven a consecuencia del paso del tiempo". Además "regula el cómo nos dirigimos a nosotros mismos lo que lleva a tener una actitud más optimista y consecuencias más positivas en nuestra vida".

El sentirnos más jóvenes de lo que somos, nos hace actuar “como si de verdad fuésemos más jóvenes de lo que somos y reforzará nuestra autoestima".

La aceptación de la realidad es la principal crema antienvejecimiento

Youth,&,Old,Age

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HOMBRES Y MUJERES, ¿NOS VEMOS IGUAL?

Estudios sobre género y percepción "indican que las mujeres tienen un mayor desarrollo en la percepción visual corporal, por lo que serían más sensibles a los cambios fisionómicos tanto de ellas como de los demás". Las mujeres, advierte Guerra "tienen muchas más conexiones neuronales en el cerebro, que relacionan las tareas emocionales con las racionales". Los hombres por su parte "tienen un sentido práctico más desarrollado".

Además, en el caso de las mujeres, "entran en un mundo de exigencias para preservarse jóvenes, por lo que su percepción está más desarrollada. 'Parece que la sociedad a ellos sí les da una tregua para no tener que disimular un cabello lleno de canas".

Con todo, concluye Guerra, "la aceptación de la realidad es la principal crema antienvejecimiento. Que nos enfrentemos al paso del tiempo con una actitud más objetiva, favorece nuestra salud mental".