Alexitimia, 1 de cada 10 personas es incapaz de identificar las emociones: puedes sufrirla y no saberlo

A día de hoy no se considera un trastorno, pero se asocia con genética y con traumas que nos han marcado en la infancia y que además podemos sufrir sin saberlo

María Bandera

Publicado el - Actualizado

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Una de cada diez personas padecen alexitimia, una incapacidad para identificar y expresar emociones. Una 'dolencia' que se asocia con genética y con traumas que nos han marcado en la infancia y que además podríamos estar sufriendo sin ser conscientes.

La

es una condición no muy conocida que proviene del término griego con ese mismo nombre y se traduce como ‘

’, aclara a

, coach de Inteligencia Emocional. Aunque se trata de un concepto que aún se está estudiando, se estima que

Quienes la padecen pueden tener "dificultad a la hora de identificar emociones y sus sensaciones corporales y dificultad por tanto a la hora de expresar y comunicar estados emocionales". Además tienden también a "poner el foco en lo externo en lugar de en su mundo interno y se desenvuelven bien hablando en términos concretos pero no en términos abstractos como son las emociones".

TRAUMAS EN LA INFANCIA

El desconocimiento que existe de esta 'dolencia' imposibilita achacar su aparición a determinadas causas. No obstante "hay datos que indican que algunas personas podrían tener más tendencia a padecer

por su genética, aunque también se ha asociado a personas que han sufrido

" que "pueden causar cambios en el cerebro que lleven a dificultar el poder sentir e identificar emociones más adelante en la vida". De hecho, la

"también se relaciona con d

una parte del cerebro que se encarga de las habilidades sociales y las emociones". Además se ha relacionado con algunos problemas mentales como la

CÓMO IDENTIFICAR A UNA PERSONA QUE LA PADECE

Entre los síntomas que podrían ayudar a identificar a una persona que sufre de alexitimia, advierte la experta, se encuentran "la falta de capacidad a la hora de identificar emociones y expresarlas, la falta de control de los impulsos, irritabilidad y frustración, confusión e incomodidad, aumento del ritmo cardiaco, falta de afecto, dificultad a la hora de nombrar las emociones o dificultad identificando y entendiendo las emociones que otras personas expresan", explica Ávila.

SUFRIRLA Y NO SABERLO

Puede pasar. Como con cualquier otro rasgo, "la persona que lo padece puede no haberlo identificado y sobre todo, no haberle puesto nombre", señala Ixi Ávila, todo "dependerá del nivel de autoconciencia que la persona tenga". Aún así, reconoce "nunca es buena idea etiquetarse a uno mismo" y por eso, en caso de duda, lo más recomendable es acudir a un profesional. "Con ayuda de terapia se pueden ir adquiriendo herramientas que ayuden a conocer el rasgo e ir poco a poco identificando las emociones".

DISTINTOS GRADOS

Se podría hablar de tres grados; bajo, moderado o alto. "Cuando es un grado más extremo, puede ser difícil de llevar y el proceso terapéutico será más complejo", si bien aunque esta condición no es peligrosa, "puede conducir a problemas interpersonales", cocluye Ixi Ávila.