Estado de alarma: La normalidad tras la pesadilla
Este 14 de marzo se cumplen cinco años de la entrada en vigor del decreto que cambió por completo nuestras vidas
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Todavía hay geles hidroalcohólicos al fondo del botiquín en nuestras casas, algún test de antígenos, cajas de guantes de látex en el armario de la limpieza y en algún cajón macarillas, quirúrgicas, FPP2… nos hicimos un máster de choque sobre las medidas de protección personal y hacia los demás, con asignaturas que iban cambiando en función de las certezas que la ciencia confirmaba a trompicones, porque el virus nos pilló desarmados. La radio, la televisión, la pantalla del ordenador o del móvil, se convirtieron en esa ventana al mundo de calles vacías y silencio. Nuestro día a día cambio radicalmente de hoy para mañana.
Ya casi todos estábamos en nuestros hogares acomodándonos a una nueva forma de afrontar el trabajo, el estudio, la vida, cuando tal día como hoy, 14 de marzo, de hace cinco años entraba en vigor el estado de alarma, una decisión sin precedentes que nos confinaba en nuestras cuatro paredes. Una situación sin precedentes que hoy “casi hemos olvidado, hemos vuelto a vivir como si no hubiera pasado la pandemia, estamos moviéndonos en la sociedad como si no hubiera habido ninguna consecuencia desde el punto de vista sociológico” asegura Juan Carlos Revilla, profesor titular y director del departamento de Antropología y Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid, y que nos ha dejado huellas importantes.
Han pasado cinco años desde que se nos encogiera el alma por una pandemia que nos pilló a todos fuera de juego, una pandemia que la humanidad jamás habría imaginado
El mundo virtual y las mascarillas
“De repente nos dimos cuenta de que a una sociedad que le gusta tanto vivir en la calle como la española, al tener que estar en la casa durante tanto tiempo nos hace mirar hacia dentro y pensar que a lo mejor me gustaría vivir en otro lugar y eso sí ha tenido consecuencias importantes”.
Los confinamientos nos abocaron a internet. El trabajo se hacía mayoritariamente en remoto y los estudios eran on line. Eso ha hecho según el sociólogo que se haya “normalizado mucho más actividades virtuales, en el trabajo pero también en las relaciones sociales está
normalizado tener relaciones sociales a nivel virtual cuando antes de la pandemia había mayor resistencia y también la mascarilla cuando alguna persona tiene alguna pequeña infección, cosa que antes era impensable”.
El golpe para los más jóvenes
El estado de alarma que nos confinó fue mucho más llevadero, asegura el profesor Revilla, para las personas que tenían una casa en buenas condiciones que para aquellos cuyo hogar era más precario. También más fácil para los adultos que para los jóvenes porque “todo lo que han perdido, visto en perspectiva era mucho más importante para ellos, porque los adultos ya teníamos construida nuestra vida, esos tres meses no nos resultaban mucho problema, en cambio para un joven tres meses es mucho tiempo, porque están en un momento de construcción vital y de generar proyectos”.
El deterioro de la salud mental tras la pandemia
Por tanto, cinco años después “hay pequeños elementos que si que nos hacen pensar que no hemos perdido la conciencia del todo de la pandemia, pero a nivel de vida social hemos recuperado ya las viejas costumbres de antes de la pandemia, lo cual no es malo, al revés porque hemos recuperado las cosas que nos gustan y las que queremos hacer en sociedad”.
¿Preparados para escenarios similares?
Vivir en un estado de excepción nos ha preparado para otros escenarios similares posibles, entiende el sociólogo porque “hemos visto que ha servido para salvar vidas y que la vida ha continuado,. Hemos seguido todos adelante y ya prácticamente hemos olvidado de ese periodo de nuestra vida, e incluso hemos sabido valorar hasta los aspectos positivo que pudo tener: parar ese ritmo alocado que llevamos. Esos confinamientos han sido como un parón”.
Desde un punto de vista sociológico, parece que nos hemos lamido las heridas y hemos recuperado nuestra vida. A veces esquivando baches, superando el dolor o sobreponiéndonos a nosotros mismos. No ha sido una situación nada fácil.
El golpe psicológico
En enero de 2.021 se realizó una encuesta europea de salud en la que se recabaron también datos de salud mental. En España, el poco interés por hacer las cosas y la falta de alegría subieron un 3,3%, casi un 3% la sensación de estar decaído o deprimido y un 2% más de la población tenía problemas para dormir.
Los profesionales de la salud mental detectaron un incremento importante en los problemas de ansiedad, depresión y la aparición de estrés post traumático, en especial en mujeres menores de 40 años.
Los sanitarios sufrieron momentos de gran estrés
La sociedad se rompió haciendo frente a una situación tan nuevas como anómala. El encierro, las malas noticias constantes, la soledad de muchos, el duelo imposible de cerrar. La nueva normalidad que se alargaba.
Qué lejos veíamos entonces el mundo que vivimos ahora. El virus que se instaló cómodamente entre nosotors, es ahora una infección leve más, de las muchas que nos rodean. La ciencia lo superó con investigación y vacunas.
los aprendizajes
“El sistema sanitario no estaba preparado. El golpe era muy gordo y no estábamos preparados para hacerle frente” asegura el epidemiólogo Oscar Zurriaga. La propia organización no ayudaba, pero además faltaba personal, sobre todo en atención primaria, y equipamiento. Y la situación no ha mejorado. “No estamos peor, pero no hemos avanzado nada”, apunta el médico.
Los científicos apoyaron y sugirieron que se tomaran medidas drásticas y están convencidos hoy, cinco años después del decreto de Estado de Alarma que era la única salida en aquel momento. “Si no se hubiera hecho así hace cinco años-asegura el epidemiólogo- probablemente la situación hubiera evolucionado infinitamente peor, hubiera colapsado el sistema sanitario, las vidas perdidas hubieran sido más los contagios…si ya fue mal, hubiera sido peor. Yo no le veo alternativas a lo que se hizo”.
La vacunación jugó un papel clave en la lucha contra la pandemia
Falló la gobernanza
Echando la vista atrás tienen reproches sobre todo a la gobernanza de la crisis sanitaria. Ese sistema de gobernanza “que tiene como punto fundamental el consejo interterritorial de salud donde los territorios y el gobierno se ponen de acuerdo-apunta el doctor Zurriaga-está necesitado de mejorar la coordinación y los mecanismos de decisión, para que no hayan decisiones incongruentes entre una comunidad autónoma y otra y con el estado”. Reclaman la creación de La agencia Estatal de Salud pública, que lleva nueve años prevista “y que parece que este año se constituirá” y que se desarrolle en Plan de Alertas y Emergencias de Salud Pública. Y a partir de ahí, empezar a funcionar.
Si volviese a ocurrir el primer paso sería “analizar y estudiar bien la situación en cada territorio, porque España es un país muy grande y las comunidades son muchas y a lo mejor la situación que hay en una no es la misma que en otra. Lo que no tenemos son los mecanismos legales que nos permitan aplicar las medidas oportunas, y ahora además tenemos dudas legales. Por lo tanto necesitamos una clarificación para que si llegado el caso hubiera que adoptar medidas extraordinarias tuviéramos todos los mecanismos basados en una normativa que nos apoyara”.
El sociólogo Juan Carlos Revilla apunta una enseñanza muy importante. “Tenemos que estar preparados para ese tipo de situaciones inesperadas, si quieres catastróficas. Ya se llame covid, ya se llame dana. Tenemos que estar preparados para dar respuestas a ese tipo de excepcionalidad