¿Por qué los adolescentes suelen preferir la comida procesada?

Alimentar a un adolescente suele ser una tarea complicada. Un trabajo de la Universidad de Vic-Universidad Central de Cataluña y la Universitat Oberta de Catalunya, ha puesto de manifiesto que durante el confinamiento mejoró la dieta de los chavales de entre 12 y 18 años, excepto de los de las familias menos favorecidas. Uno de los pocos aspectos positivos que nos ha dejado el momento más duro de la pandemia. Así, el trabajo realizado con más de 300 chavales arroja los siguientes datos: un 40 % de jóvenes han incrementado el consumo de fruta y un 21,5 % afirman que han seguido una dieta más variada. Un 39,3 % han reducido el consumo de repostería, un 49,2 % el de comida preparada y procesada y un 49,8 % el de refrescos azucarados. Datos fantásticos que nos deja uno de los pocos aspectos positivos de los momentos más duros de la pandemia.

Pero entonces ¿por qué generalmente los adolescentes tienden a preferir la comida procesada? Se lo hemos preguntado a la profesora Alicia Aguilar, una de las encargadas del estudio. Explica que “es más sabrosa precisamente porque tiene más grasa y más sal, es fácil comérselo en cualquier sitio, la puedes compartir, generalmente es barata” . Además, los adolescentes tienen asociados problemas de salud "y tiene mucha hambre porque están creciendo. La industria hace envases muy atractivos, y mucha publicidad”.

COMEDORES ESCOLARES

A este atractivo panorama culinario, se une otro factor: la vida nos impide hacer comidas con nuestros hijos que generalmente se quedan en los comedores escolares donde “si bien la comida es saludable y equilibrada, cocinar para tantas personas y la calidad de los productos hace que no sea tan gustosa, por lo que luego rechazan en casa los alimentos que asocian a los que les sirvieron en el colegio, pero igual que nos pasa a los adultos en el hospital o en los comedores de empresa”.

Abierta ahora la posibilidad de que se tomen un filete a la plancha con ensalada en vez de una hamburguesa, a los padres se nos presenta una grieta estupenda para mantener ese hábito. Y sí, es posible, nos explica Alicia Aguilar “fomentando comidas familiares, enseñándoles sobre comida saludable, y siendo ejemplo los padres. Debemos procurar no decir sí sólo a la comida que les gusta”.

La profesora reclama además campañas institucionales, y también una política de precios, que se vigile el tipo de tienda que hay en los alrededores de los colegios, y que se enseñe a los chavales y las familias técnicas culinarias para hacer recetas saludables y atractivas, y hasta trucos para hacer la compra o aprovechar las comida.

MÁS DESFAVORECIDOS

En la parte negativa de este estudio están los adolescentes con familias de posiciones socioeconómicas más desfavorecidas: han reducido el consumo de cereales y vegetales y han incrementado el consumo de comida preparada y procesada. Los datos revelan que el riesgo de que la dieta de este colectivo empeore es un 21 % superior que para personas adolescentes de otras realidades socioeconómicas.

Alicia Aguilar señala que esto se debe a que “el confinamiento dejó a estos jóvenes sin comedor escolar, donde aunque la comida no sea sabrosa, al menos es saludable; por otro lado tiene que ver con la disponibilidad de alimento en el entorno en el que viven, donde la oferta suele estar muy limitada, hemos detectado desiertos alimentarios”.

Lo que sí nos ha igualado a todos es el consumo de aperitivos que hay sumado kilos también a nuestros adolescentes: el 56 % de los chavales entre 12 y 18 años reconocen que han picado más entre horas y que han hecho comidas más irregulares. Aquí la solucion es no tenerlos en el armario y sustituirlos por fruta o comida no elaborada: mejor que se hagan un bocadillo a que desenvuelvan un bollo.