Por qué quitarse la mascarilla en el ascensor es peor de lo que crees

No podemos bajar la guardia con el virus en ningún lugar. Tampoco en el ascensor, aunque vayamos solos

Por qué quitarse la mascarilla en el ascensor es peor de lo que crees

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Es uno de los sitios que más frecuentamos en nuestro día a día. Y, aunque parezca un contrasentido, nos atrevemos a bajar la guardia con el coronavirus en él. Se trata del ascensor, donde creemos que no va a pasar nada por quitarnos la mascarilla cuando vamos solos... y cometemos un error más grave de lo que cabe pensar.

Hablamos de un lugar pequeño, donde pueden coincidir varias personas y sin ventilación. Lo cual lo hace muy propenso al virus: como las puertas se quedan cerradas y no se puede ventilar el interior, las probabilidades de contagio suben muchísimo.

Es lo que dejan claro los doctores, porque la cantidad de virus que se inhala es fundamental en esta pandemia. Si se inhala menos, ser asintomático o enfermo leve es más fácil. Conseguimos esa menor inhalación, cómo no, con la mascarilla.

Mientras no haya vacuna, el mecanismo para lograr que el mayor número de nuevas infecciones de covid-19 sean asintomáticas es la mascarilla. De ahí la importancia de no quitársela en el ascensor, donde podemos contagiarnos en cuestión de segundos. Y, lo peor de todo, sin contacto directo.

Aunque utilizar el ascensor solo y tener una buena higiene de manos nos puede permitir evitar las gotas y superficies contaminadas, los aerosoles también podrían transmitir la enfermedad. ¿Qué hay que hacer entonces para evitar contagiarse en estos lugares?

Lo mejor, según los expertos, es guardar dos metros de distancia si vamos acompañados en el ascensor y dejar bien claro cuál es el límite de personas que pueden subir en él. Es la solución para evitar disgustos en el lugar más inesperado. Uno que, además, está prácticamente por todas partes en España.

Resulta curioso que nuestro país e Italia sean los que más ascensores tienen por habitante. Sobre todo, por la incidencia que el virus ha tenido aquí y allí: tampoco hay que echar en saco roto el hecho de que las ciudades con más población tienen más ascensores.

Lo que resulta evidente es que la mascarilla debe acompañarnos sí o sí también en el ascensor. En tiempos de nueva normalidad, no podemos bajar la guardia en absolutamente ningún sitio. Ha quedado más que comprobado.

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