Una psicóloga revela el truco definitivo para que adelgazar los kilos de Navidad: "Día y hora"
Año nuevo, propósitos nuevos, retos que nos fijamos año tras año y que luego no somos capaces de cumplir. 7 de cada 10 españoles confiesa que deja esos propósitos en el olvido
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Año nuevo, vida nueva. Estamos en uno de los momentos en los que hacemos balance de lo que ha sido el año que termina y de formular propósitos a cumplir desde que la última campanada marque la entrada en un nuevo año.
Dejar de fumar, hacer deporte, perder peso, estudiar inglés, son algunos de los retos que nos proponemos año a año y que luego, no somos capaces de cumplir. Algunos estudios calculan que hasta 7 de cada 10 españoles confiesa que los tienen pendientes desde hace años.
Cualquier excusa es buena cuando al pasar de los meses, recuperamos la lista y comprobamos que no hemos cumplido ninguno de los propósitos: dejamos el gimnasio al mes de apuntarnos, no hemos perdido ni los kilos que ganamos en Navidad, y solo hemos hecho intención de dejar el tabaco evitando comprar a cajetilla.
Y lo mejor, nuestro cerebro nos ayuda a justificar esos incumplimientos. ¿Quién no se ha reído, y sobre todo, quién no se ha sentido identificado con esos videos que aparecen ya doblado el año donde tachamos el cero de los 10 kilos que íbamos a perder, por ejemplo? Incluso las nuevas tecnologías intentan ayudarnos. Hay más de medio centenar de aplicaciones que podemos usar para cumplir los propósitos del año nuevo.
Aghata pasea por la calle con sus dos podencos adoptados. Cuenta a COPE que ella sí se plantea propósitos, los mismos todos los años y con mucho humor asegura que no los cumple nunca. “Por ejemplo: intento ser más paciente y ningún año soy paciente, intento ir al gimnasio y ningún año voy, intentamos todos ser mejor persona, lo hacemos el primer mes y acabamos todos los años siendo gentuzilla”.
¿Cómo conseguirlo?
Todo tiene una explicación y todo tiene un remedio: desde planificarlo bien, hasta “domesticarnos” para conseguir cumplir esos propósitos que llevan años escondidos en el cajón de las cosas pendientes. Porque más que propósitos, son deseos.
Procastinar y optimismo
Estas son dos de las razones que nos llevan a seguir formulando propósitos a pesar de que la experiencia y los años nos repiten como un eco que no los vamos a cumplir.
“Los seres humanos funcionamos con el principio del optimismo-apunta la psicóloga Ángela Magaz- hasta las personas más pesimistas piensan que lo van a conseguir aunque no haya ninguna evidencia de que lo hayan conseguido en otro momento.
El principio del optimismo nos ayuda a que nos sintamos bien en ese instante, y después, cuando no los cumplimos, pues ya nos las arreglaremos para buscar explicaciones, excusas y nos quedamos tranquilos.
Algo que es clave es que el ser humano busca la tranquilidad, la seguridad, la sensación de competencia, de control… y cuando ocurren fenómenos como este, que no cumplimos, repetimos anticipando que esta vez va a ser posible, de una forma optimista, aunque al final no sea así”.
Habrás escuchado muchas veces la palabra procastinar, que define esa fea costumbre que todos tenemos de dejar las cosas para luego. Esa es otra de las razones por las que incumplimos ese compromiso con nosotros mismos.
Pues bien, también tiene una explicación científica: Explica la psicóloga que “nuestro sistema emocional está preparado para recibir gratificaciones inmediatas, para hacer cosas y pensar que nos van a dar alegrías, tranquilidad, satisfacción, o nos hace tener ilusión, en definitiva emociones agradables.
Por eso todo lo que nos puede suponer una emoción agradable o nos puede eliminar el malestar a corto plazo, lo hacemos aunque no nos resulte ventajoso a medio plazo.
Eso -apunta Ángela Magaz- que dejemos para más adelante cosas que no nos gusta hacer y que nos darían beneficio a medio plazo para más adelante, y explica también que cuando tenemos la presión del tiempo, o perdemos algo deseable, lo hacemos en el último momento, quizás con peor calidad pero lo conseguimos. Nuestro cerebro está preparado para la gratificación inmediata”.
Cómo engañarnos
Y también nos da la clave para poder engañarnos de alguna forma y así cumplir el propósito, porque “otra parte del cerebro, la propiamente humana está preparada para poder modificar ese deseo de conseguir la inmediatez, de lo que nos da placer y posponerlo.
Es algo que, y hay muchos estudios al respecto, hay que entrenar y utilizar estrategias como son el convertir la gratificación a largo plazo, en una gratificación inmediata. Por ejemplo: me cuesta esfuerzo realizar actividad física y va a tener un efecto a medio plazo, en la fortaleza, en la flexibilidad, en la salud.
Lo que puedo hacer es tras ir al gimnasio darme una recompensa, darme algo que me gusta mucho, y que no sea incompatible con los beneficios de esa actividad. Así convertimos la actividad física en una actividad deseable y que podemos mantener no solo por los efectos a medio o largo plazo, sino por ese efecto inmediato artificial que nos fabricamos a nosotros mismos provocando ese efecto agradable”.
Del trato al truco y al antipropósito
No sirve con formular un deseo, con convertir solo en una expresión esa idea de cambiar algo en nuestra vida. La especialista nos aconseja que “hagamos propósitos a corto plazo bien planificados, que anticipemos los obstáculos y que anticipemos también las medidas que vamos a poner para salvar esos obstáculos. Por ejemplo, nos proponemos hacer una llamada o una visita a alguien cercano, que está solo, nuestra madre, nuestro padre… pues en nuestra agenda, anulamos la posibilidad de hacer actividades ese día y además tenemos que elegir día y hora en la que menos probabilidad hay de tener una actividad muy deseable".
"Hacernos propósitos que podamos planificar, que sean muy concretos y a lo que hemos dedicado ese tiempo en nuestra agenda para no moverlo, y si además cuando lo ejecutamos es agradable, tiene componentes que nos gustan, la probabilidad de mantenerlo es muy alta”.
Como casi todos sabemos qué es lo que queremos mejorar en nuestra vida, podemos plantearnos este año convertir los propósitos en lo que son, en deseos, y no imponernos ninguno, de esta manera “a lo mejor, consigues hacer algunas de esas pequeñas cosas que querías cambiar y el gusto de hacerlo hace que se mantenga durante el año”.