Archivo Bumerán | Casado – Soraya: ¿integración posible?
Uno de los estrategas históricos del PSOE, Rubalcaba, señaló que las promesas de integración eran meras tácticas electorales que no respondían a la realidad
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¿Tras la lucha interna por el poder de un partido político de verdad puede producirse una integración de los perdedores en el equipo vencedor?
Sin duda es algo recomendable para el ganador porque todo perdedor es un aspirante a conspirador. Bien lo sabe Josep Borrell que ganó las primarias al aparato felipista de Joaquín Almunia, pero este aparato siguió controlando la ejecutiva, algo que influyó decisivamente en su caída tan sólo un año después.
Otra opción tampoco deseable para un líder político es que los derrotados acaben liderando escisiones que puedan quitarle votos como hizo Rosa Díaz, tras perder un Congreso frente a Rodríguez Zapatero en 2000 que formó UPyD.
En la derecha Antonio Hernández Mancha ganó un congreso a la candidatura de Miguel Herrero de Miñón y José María Aznar y se hizo con la presidencia de Alianza Popular. Inicialmente formó a su propio equipo y mostró firme frente a los que habían siendo sus rivales que conspiraron desde el primer día por quitarle el sillón.
Un año después Hernández Mancha daba un giro de 180 grados y anunciaba públicamente su deseo de integrar a los perdedores en su ejecutiva. No obstante la mayoría de ellos rechazaba la oferta. La conspiración era imparable y Mancha caía unos meses después.
Fue Alfredo Pérez Rubalcaba quien durante su pugna con Carme Chacón, más rotundamente criticó las promesas de integridad diciendo que eran meras tácticas electorales.
Pedro Sánchez, que de ser víctima de conspiraciones de sus críticos también sabe bastante, tras ganar las primarias no ha integrado en su equipo a ninguno de los que fueron sus rivales, en especial los barones autonómicos. Pese a ello, tiene la paz garantizada mientras esté en el Palacio de la Moncloa.