¿Cómo son los Juegos Mediterráneos?
Tarragona recoge el relevo de la ciudad turca de Mersin cinco años después
Madrid - Publicado el - Actualizado
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Tarragona está preparada para albergar los decimoctavos Juegos Mediterráneos, competición en la que toma el relevo de la ciudad turca de Mersin y que llega cinco años después, uno más tarde de lo inicialmente anunciado pero con el mismo propósito de que sea un éxito deportivo y de organización. Mersin ya fue una sede peculiar al asumir la organización de la edición de 2013 por el descarte de Volos, elegida en un principio pero desestimada después debido a la crisis económica en la que entró Grecia. Fue en enero de 2011 cuando el Comité Internacional de los Juegos Mediterráneos (CIJM) retiró a la ciudad griega la sede ante la falta de cumplimiento de los compromisos que adquirió cuando en 2007 ganó su candidatura. Precisamente en Mersin, en octubre de ese 2011, se proclamó la candidatura de Tarragona como capital deportiva del Mediterráneo en 2017, tras ganar la sede a Alejandría (Egipto) por solo dos votos (36-34).
Lo ocurrido con Volos sobrevolaría otra vez a las primeras de cambio debido a los problemas presupuestarios en la organización de la ciudad tarraconense, aunque en esta ocasión el CIJM aceptó el aplazamiento por un año y que se desarrollaran en 2018. Los Juegos Mediterráneos fueron una iniciativa surgida durante los Juegos Olímpicos de Londres 1948 del egipcio Mohamed Taher Pacha, entonces vicepresidente del Comité Olímpico Internacional (COI) y presidente del Comité Olímpico de su país. Este dirigente deportivo propugnaba la idea de unos juegos polideportivos que aglutinaran a los países de Europa, África y Asia que están bañados por el denominado 'Mare Nostrum' y la idea se hizo realidad tres años después en Alejandría. Egipto, Grecia, Malta, Líbano, Siria, Yugoslavia, Italia, Francia, Turquía y España compitieron en trece deportes, ya que el hockey hierba y la vela, inicialmente en el programa oficial, fueron suprimidos por falta de participación. Alejandría fue en 1951 el pistoletazo de una competición que, una vez fundado el CIJM y nombrado el primer presidente -el libanés Gabriel Gemayel-, adoptó la fórmula olímpica de disputarse cada cuatro años y que en sus cuatro primeras ediciones (Alejandría, Barcelona, Beirut y Nápoles) estuvo limitada a deportistas masculinos.
Tres anillos blancos sobre un fondo azul, que representan los tres continentes que bordean el Mediterráneo, con la parte inferior ondulada como emergiendo de las aguas -logotipo nacido en Split'79-, aglutinan simbólicamente una competición que sirvió como preámbulo de los Juegos Olímpicos, ya que se disputaron siempre un año antes hasta 1991. A partir de entonces, tras cuatro décadas, comenzó un nuevo periodo, ya que los siguientes se disputaron solo dos años después, en 1993 en la región francesa de Languedoc-Rosellón, para que a partir de ahí se organizaran al año siguiente de unos Juegos Olímpicos, en ese caso de los de Barcelona'92. La propia Barcelona, en 1955, fue la segunda sede y la primera ciudad europea en albergar unos Mediterráneos. Incorporó seis nuevos deportes -ciclismo, hípica, hockey hierba y patines, rugby y vela- en una edición en la que se forjó el mito Joaquín Blume, puesto que el gimnasta español logró seis de los siete oros que disputó. El éxito alcanzado, pese a la ausencia de Argelia, Marruecos, Libia, Túnez y Yugoslavia -no tomó parte por motivos políticos-, supuso un paso determinante para la consolidación de unos Juegos que aún se encontraban en plena evolución.
Beirut'59 supuso la llegada de los Juegos a la orilla asiática del Mediterráneo. Marruecos y Túnez participaron por primera vez, mientras que Egipto y Siria tomaron parte en este torneo con la misma bandera. Túnez'67 fue el primer país del Magreb en aceptar la organización de los Juegos, con la incorporación de la mujer al programa competitivo y la introducción del control antidopaje como grandes novedades, así como la entrada de Argelia y Libia en el listado de participantes. Cuatro años después, en la ciudad turca de Esmirna, se rindió homenaje al padre de los Juegos, Tahar Pacha, que había fallecido en 1970; y en Argel'75 se produjo la consolidación definitiva con la presencia de más de 2.000 atletas de quince países. Los Juegos sufrieron un nuevo impulso en Split'79, donde Yugoslavia rubricó su crecimiento deportivo; Casablanca'83 suprimió cuatro deportes -hockey hierba, tiro con arco, tenis de mesa y piragüismo- y aceptó el golf por deseo de la familia real. Latakia'87 dio la bienvenida a Albania, Chipre y San Marino; Atenas'91 fue el consuelo para el pueblo heleno, que había perdido poco antes la organización de los Juegos Olímpicos de 1996; y después los franceses de Languedoc-Rousillon'93 aportaron la concepción de región como sede.
Bari'97 significó la segunda sede italiana y Túnez se convirtió en 2001 en la primera ciudad que repetía como escenario. Almería 2005 se presentó después como la segunda ciudad española en acoger los Mediterráneos y después llegó la tercera sede italiana, Pescara 2009; y la segunda turca, Mersin 2013. De ahí a Tarragona 2018, con récord de participación con veintiséis países, dos mas que en la anterior edición y con el debut de Kosovo y Portugal.