LA TARDE EN ANDALUCÍA

Uno de los últimos fareros de España: "El oficio está en extinción total pero los faros no dejarán de brillar"

En La Tarde en Andalucía hablamos con Mario Sanz, uno de los últimos fareros que quedan en nuestro país, sobre sus vivencias desde los faros que conectan los mares con los puertos.

Uno de los últimos fareros de España: "El oficio está en extinción total pero los faros no dejarán de brillar"

Verónica Ruiz

Almería - Publicado el - Actualizado

4 min lectura

A 200 metros sobre el mar y un horizonte de 150 kilómetros. Estas son las vistas de Mario Sanz, uno de los últimos fareros de España. Mario habita el Faro de Mesa Roldán, en la localidad almeriense de Carboneras. La tranquilidad y la calma son las notas predominantes, pero en los casi 30 años que lleva como farero ha visto y vivido de todo: tormentas violentas, rayos que caen sobre el faro, barcos incendiados, persecuciones a narcotraficantes... etc. A pesar de vivir en un faro, apartado del gentío, Mario es un farero atípico. No es un ermitaño, al contrario, él mismo se define como “agitador cultural y el guardián de la memoria”.

UN OFICIO SIN FUTURO

Mario lamenta que su oficio esté en extinción total. “En 1993 nos declararon a extinguir en el Ministerio de Obras Públicas y, desde entonces, no ha entrado nadie nuevo. Estamos a la espera de que se jubile el último para que se acabe el cuerpo”, dice con cierta tristeza en una entrevista en el programa de COPE La Tarde en Andalucía.

Sanz ha explicado cómo ha cambiado la profesión en estos últimos años. “Antiguamente éramos dos fareros por faro y ahora somos un farero para cada tres o cuatro faros”, señala. La mayoría de los faros son ahora automáticos, de modo que su labor se ciñe a la realización de revisiones, limpiar cristales y arreglar alguna que otra avería, poco más.

Y no sólo eso. Comenta que “no están metiendo fareros, meten empresas auxiliares, subcontratas que para el mantenimiento de la luz está bien pero no para la conservación de los edificios”.

REQUISITOS PARA SER FARERO

Para ser farero nunca ha sido necesario contar con una carrera universitaria, sólo se exigía el Bachillerato superior. Sin embargo, Mario reconoce que la oposición que había que hacer era bastante difícil. “El nivel era como el de una ingeniería técnica electrónica”, indica. Él opositó en 1990 y “dos años más tarde, nos declararon a extinguir”. Apenas llevaba entonces cinco meses en Almería.

UN GUARDIÁN DE LA MEMORIA

Uno de sus objetivos es conservar lo que se ha vivido en los faros ya que la profesión está condenada al olvido. Por eso, ha montado en las atalayas toda una oda a esta profesión. Ha creado un museo con aportaciones de particulares, exposiciones, una colección de piezas relacionadas con los faros (ópticas, lámparas, dedales, obras de arte, fotos de antiguos fareros y fareras que ha habido en España...).

Mario es autor además de varios libros. El último que ha escrito se titula Eso no estaba en mi libro de historia de los faros. Según explica en La Tarde en Andalucía, “es una especie de anecdotario sobre faros en el que relato las cosas que han sucedido en el interior, problemas que han tenido los fareros, las ayudas que han prestado, hablo de los constructores de los faros”.

UN SERVICIO UNIVERSAL

A este intrépido vigilante de nuestro mar le encanta su profesión. Asegura que lo que más le gusta es que “das un servicio que alguien necesita, antes era más esencial porque no existían GPS, pero sigue siendo muy importante para los marinos” y añade que “no es un oficio clasista ni excluyente porque la luz de los faros llega a todo el mundo igual, no hace falta saber el idioma del país en el que está el faro, es un lenguaje muy sencillo que todo el mundo puede interpretar. Da igual que seas un enorme trasatlántico que una patera, y eso me da gran satisfacción”.

VIVENCIAS DESDE LO MÁS ALTO

Durante todos estos años ha visto y vivido de todo un poco- situaciones dramáticas como la muerte de un buzo de la Guardia Civil que buscaba droga debajo del faro y al que tardaron meses en encontrar, o un bus lleno de gente que iba buscando ovnis. Como observador privilegiado de la costa también ha visto ballenas, submarinos...

PROTEGER Y CONSERVAR LOS FAROS

Mario reivindica el mantenimiento de los faros como edificios históricos y singulares, y espera que el faro de Mesa Roldán sea un museo abierto al público cuando se jubile. Mientras, sigue disfrutando de una panorámica envidiable. Tal es así que durante el confinamiento ha estado encantado de vivir en lo más alto. “Aquí hay libertad total”, afirma.