Semana Santa Jerez
Conoce la Semana Santa de Jerez
Una ciudad tan flamenca tiene en el palo de la saeta el mejor modo de orar ante los titulares de las 45 cofradías de su rica celebración pasionista
Madrid - Publicado el - Actualizado
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La saeta por seguirillas hay que escucharla en Jerez. Y son, los de este cante, los ecos más definitorios de una Semana Santa que aún encuentra efluvios de las viejas gañanías que los gitanos cobijan en su herencia flamenca. Su espontaneidad y sentimiento, en cualquier rincón de la ciudad, acunan una imaginería espléndida en la que merece la pena sean subrayadas obras de José de Arce, Ignacio López, Francisco Pacheco, Jácome Baccaro u otras anónimas de escuela genovesa y, más recientes, Ortega Bru, Luis Álvarez Duarte, Sebastián Santos o Castillo Lastrucci.
La urna de Laureano de Pina para el Santo Entierro es la joya de la platería y en los bordados, los de Rodríguez Ojeda y las Antúnez que hoy en día encontramos en los pasos de palio del Mayor Dolor o el Desconsuelo. Ciudad tan mariana se arrodilla fervorosa ante Angustias, Amargura, Soledad, Valle, Piedad o Consuelo del Pelirón. Pero Jerez es también muy cristífera y el Prendimiento o el Cristo de San Telmo subrayan esta cualidad. Otro, el Nazareno, da nombre a toda la jornada procesional de la madrugada del Viernes Santo: la 'Noche de Jesús'.
Lo genuinamente jerezano, preservado mayormente en cofradías como las de Jesús Nazareno o el Cristo de la Expiración, venía dándose la mano desde hace décadas con las influencias sevillanas que otras como la Coronación de Espinas, los Judíos de San Mateo o la Esperanza de la Yedra han venido materializando de modo excelso. Ahora, además, la afluencia de numerosas cofradías nuevas hace justicia a la amplitud geográfica de una ciudad que a su crecimiento apareja el del número de hermandades que llegan ya a 45, casi la mitad aparecidas en el siglo XXI.
El casco histórico es el mejor marco para disfrutarla. A ella llegan por la carrera oficial más larga de Andalucía y que, desde la zona de Alameda de Cristina hasta la Santa Iglesia Catedral del Salvador, las alinea de modo elegante a lo largo de calle Larga. Pero buscar a las hermandades por Plaza de la Asunción, calles Carpintería Baja, Tornería o Bizcocheros o la Alameda Vieja alumbran en el visitante la intuición de haberse encontrado con la Jerusalén de Occidente, una Semana Santa rica pero abarcable, exuberante pero tan genuina como ha sabido conservarse.