Semana Santa Jerez

La lluvia que apenas cayó puso el Miércoles Santo patas arriba

Soberano Poder fue la única cofradía que completó recorrido, Consuelo, Santa Marta, Prendimiento y Amargura salieron pero se volvieron a sus templos 

Soberano

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hasta que a medianoche hubo que ponerle el capote al Señor del Soberano Poder bajo el puente de la elevación del ferrocarril camino de La Granja, apenas se materializó la amenaza. Los goterones en calle Zaragoza entonces o los que hicieron a Santa Marta truncar su entrada en Carrera Oficial y regresar Porvera arriba para guarecerse en la iglesia de la Victoria fueron la mayor expresión del mal tiempo reinante.

El Miércoles Santo, sin embargo, vivió una mañana que tenía más cerca a todos de la convicción que no sería tarde de cofradías. Pero a la hora de la verdad la negrura que iba alcanzando el cielo no rompía en las lluvias anunciadas. Por ello, con un cielo que daba miedo y fuerte Levante, la hermandad del Soberano Poder abría las puertas de su templo a la hora convenida y, pese a su distancia del centro, la que más claro lo tuvo.

La primera en la calle abría horizontes a quienes, como Consuelo o Santa Marta, menos recorrido y menos horas requerían para llegar al Palquillo de Aladro. Ambas iniciaron sus recorridos desde El Pelirón y el barrio de San Mateo. Y, con ellas, también el Prendimiento desde Santiago y la Amargura desde los Descalzos. Pero, casi sin haber caído una gota aún, éstas dos últimas apenas cumplieron una hora antes de volverse.

Las otras dos estaban ya más cerca de iniciar la Carrera Oficial. Consuelo estaba en calle Zaragoza mientras el Soberano que la antecedía ya entraba en este recorrido común camino de la Catedral. Y, a punto de registrar su entrada, decidieron regresar sobre sus pasos en dirección a El Pelirón. Santa Marta, en la barrio de San Marcos ya y muy cerca de Cristina, giró por Porvera camino de la Victoria. Caían algunas gotas.

San Lucas no abría sus puertas. Y las devotas que hacen su Miércoles Santo tras el paso del Señor de las tres Caídas, unas 9.000 cada año, esperaban en la plaza, aunque en menor número este año, a incorporarse una vez salieran. Se temían lo peor y, efectivamente, fue la única que se quedó en casa desde el primer momento. “Llevo treinta años saliendo y esto nos ha pasado pocas veces”, lamentaba llorando una de ellas.

La tarde noche quedó para prestar atención a las decisiones que el Soberano Poder tomaría en la Catedral tras haber completado la Carrera Oficial y Santa Marta en la Victoria, bastante más cerca de su casa que la primera y con la decisión más fácil: salió y en una hora estaba de nuevo en la plaza de San Mateo con cierta tranquilidad y realizando una recogido memorable, llena de emociones y brillos pese a todo.

La junta de gobierno, reunida en el templo catedralicio, a más de cuatro kilómetros de su parroquia, lo tenía más difícil. Por ello, pese a que todos temían que les iba a caer muchísima agua, decidieron echarse a la calle y pasar la noche en el barrio cuando ya muchos especulaban con un regreso el Domingo de Resurrección. Maniobró bien la cofradía, que sabe andar largo pero que hizo un esfuerzo mayor y consiguió cumplir su objetivo.

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