Asidonia-Jerez

Los brillos del Santísimo llenaron el domingo de Corpus pese a otros centros de atención

Nada eclipsó el reencuentro con Cristo Sacramentado en las calles de Jerez tres años después, aunque votos y playas complicaran la tradicional jornada eucarística

Los brillos del Santísimo llenaron el domingo de Corpus pese a otros centros de atención

Gabriel Álvarez

Jerez - Publicado el - Actualizado

2 min lectura

El Santísimo fue alabado en las calles de Jerez de la Frontera, ciudad que por andaluza quedaba al albur de otros menesteres ciudadanos ante unas urnas que parecieran solo eclipsados por la playa según qué crónicas. Pero fueron muchos los que, como cada año hasta que a principios de 2020 el virus se hiciera sitio entre nosotros, puestos a elegir optaron por la solemnidad del Corpus Christi. Y el Domingo del Cuerpo y la Sangre de Cristo abrió calles y plazas a la procesión tan esperada desde hacía tanto tiempo.

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Tarde de tiempo apacible terminó siendo, en cualquier caso, la que llevó a los fieles a la Catedral, primero, y al itinerario desplegado, fuera o dentro de las filas, después. Monseñor José Rico Pavés, el obispo de Asidonia-Jerez, presidió la solemne Eucaristía que quedó abierta hasta el regreso de la procesión para que adoración y reserva terminaran de dar sentido a la aparición de la hostia consagrada en el viril de la custodia bajo el templete que volvió a dar silueta que apunta al Cielo.

Fueron muchas las alfombras dispuestas desde el inicio de la plaza del Arenal hasta la esquina de la calle Larga con la plaza del Banco. La sal coloreada había llegado al suelo desde la paleta del entusiasmo especialmente juvenil puesto en liza la noche antes. Los fieles saliendo al encuentro de Jesús Sacramentado se convertían el sustancial presencia que, seguramente, priorizó el tributo confesional o al menos la tradición sin que por ello hubieran de quedar desatendidos otros menesteres.

Niños y niñas vestidos de Primera Comunión, todas las representaciones de las hermandades y cofradías de la ciudad por órden de aparición en las calles cada Semana Santa y la reserva de las sacramentales a lugar más próximo al Santísimo y otras presencias como la Unión de Hermandades, religiosos y religiosas de las comunidades jerezanas, seminaristas o clero nutrieron las filas convertidas en jubilosa antesala del Santísimo. La bendita novedad de recobrar lo de siempre. De eso se trataba tres años después.

Los canónigos que constituyen el Cabildo Catedral, por delante del paso de la custodia, y monseñor José Rico Pavés, por detrás con capa pluvial, sin báculo ni solideo. Tras él, la Academia San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras y la Banda Municipal de Música de Jerez implementando con sus sones la solemnidad del culto al Santísimo. Jerez alabó a Cristo Sacramentado. Y la elección cundió sus frutos enmedio de un domingo pleno de posibilidades que, a los fieles, no los distrajo de lo confesionalmente importante.

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