La credencial digital, el avance del Camino de Santiago que sorprende a los peregrinos en plena pandemia

Las crisis son palanca de cambio, terreno abonado para las oportunidades. Así, ahora que el Camino de Santiago, tan condicionado por las restricciones sanitarias a causa de la pandemia y los cierres perimetrales, mantiene aparcados tantos proyectos de peregrinación en toda España y esos lugares de todo el mundo que siempre alimentaron las diferentes rutas compostelanas, llega una novedad tecnológica cuyas bondades comienzan ya a ser descubiertas en el recientemente comenzado Año Santo Compostelano.

Y cuando el teléfono móvil y sus múltiples y crecientes posibilidades amenazan, en el terreno del pago por considerar solo un ejemplo, no sólo al dinero efectivo sino también a las propias tarjetas, llega una novedad que puede conducir a un futuro sin esas credenciales de cartulina plegada que, a razón de al menos dos sellos por jornada de marcha durante un mínimo de 100 kilómetros, permiten la obtención de la Compostela, ese diploma que certifica la condición de peregrino que cumple con los requisitos que esta marcha propone.

Lo telemático se impone y la tradición de este mecanismo para la verificación del Camino de Santiago de cada uno de los peregrinos ha encontrado también el modo de facilitarlo dejando de lado el cuidado con el que hay que tratar la actual cartulina, siempre sometida al sudor que lógicamente genera el cuerpo durante los 20 ó 30 kilómetros diarios a pie o el doble en bici. Por no hablar de esas jornadas de lluvia gallega o nieve extrema que han provocado más de una vez que la credencial llegue a Santiago ciertamente maltrecha.

LLAMADA AL REGISTRO DIGITAL DE SELLOS

Ermitas, albergues, casas parroquiales, establecimientos hosteleros... Todos los sitios que habitualmente ofrecen su sello en ese lugar físico que se convierte en entrañable album que evoca las experiencias del Camino habrán de actualizarse. La digitalización de este documento de modo que pueda llevarse en el teléfono móvil requiere de un modus operandi que dejará algún día atrás los clásicos sellos de caucho y tampones de tinta que desde hace décadas brinda una de las liturgias diarias de los peregrinos. Pero no de momento.

No son pocos los peregrinos que lucen enmarcadas en sus casas estas credenciales con decenas de los símbolos estampados que constituyen un recuerdo imborrable de ese camino hacia la Casa del Apóstol. Y los rastros del sacrificio del caminante son a menudo elemento también valorado en semejante exposición. La tinta corrida, por ejemplo, es signo fehaciente de un esfuerzo que reconoce el Cabildo Catedral Compostelano una vez verificado en la Oficina de Acogida al Peregrino.

CÓDIGO QR PARA CADA PEREGRINO

Pues es esa misma sede catedralicia la que pone en marcha ahora esta nueva iniciativa tecnológica. Como paso previo a la puesta en funcionamiento de la credencial digital del peregrino este año, ha sido presentada la herramienta de generación de sellos para que los diversos puntos de acogida al caminante puedan crear y registrar los suyos, que se irán incorporando a las credenciales de los peregrinos, como señal de las diferentes etapas de la peregrinación hasta la tumba de Santiago.

Cada peregrino puede obtener su código QR personalizado e intransferible con el que podrá, mientras realiza el Camino de Santiago, registrar su paso en las ubicaciones que ofrecen el sello. La constancia digital de esta marcha es una impensable novedad hace apenas unos años pero comenzará a ser común, aunque necesite un tiempo para generalizarse, por cualquiera de los caminos y rutas que se suman por decenas y decenas, especialmente en territorio español y europeo.

La Catedral de Santiago aclara que “la credencial digital no sustituye a la credencial tradicional en papel, sino que la complementa, sobre todo en lo que tiene que ver con limitar los contactos interpersonales y agilizar el sellado, en estos tiempos de pandemia que vivimos actualmente”. Esta aplicación para móviles está disponible tanto en dispositivos Android como iOS y es un proyecto impulsado por la Oficina Internacional de Atención al Peregrino que dirige el deán de la Catedral, Segundo Pérez.

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