Curiosidad
Así nacieron los sellos. ¿Qué futuro les espera?
En el Día Mundial del Sello Postal, conoce por qué en 1840 se convirtieron en elemento indispensable de los envíos
Jerez - Publicado el - Actualizado
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Los correos electrónicos o incluso la mensajería instantánea en el soporte de aplicaciones como WhatsApp resuelven, hoy en día, las necesidades de comunicación de modo más eficiente. Y ello, con evidencias claras en términos de ahorro de tiempo por ejemplo, alumbra que el futuro pasa por las nuevas tecnologías. ¿Qué ha pasado, sin embargo, para que no desaparezca el correo postal? ¿Por qué las cartas siguen ahí, prestando servicios tan importantes? ¿Y qué hay del franqueo, de esos sellos que parecieran ir convirtiéndose en meros elementos de colección aunque mantienen su vigencia?
Cada 7 de enero es el Día Mundial del Sello Postal. Estampilla, estampa, sello o timbre, este comprobante de pago previo de los envíos efectuados por correo han formado parte de nuestras vidas y se empeñan en seguir haciéndolo. Su presencia persiste, en su característica forma cuadrada o rectangular y pegados, por medio de su engomado en el reverso o impreso directamente, en el ángulo superior derecho de nuestras cartas. Siguen ahí, haciéndose además soporte artístico de reyes, personalidades diversas, conmemoraciones o promociones sociales, culturales o turísticas.
Persisten también en esa sustancial parte del coleccionismo más común que compone la filatelia, un pasatiempo tan divertido como formativo que no siempre es barato, sobre todo si se alcanzan unos ciertos niveles de exigencia que lo convierten en una verdadera inversión. Los sellos más raros y difíciles de encontrar cotizan tan alto que los albumes de los más avezados se convierten en una verdadera mina. Pero no han quedado solo en ello de modo que, hoy en día, sobreviven frente a las posibilidades que la Red tiene para unos usuarios cada vez más predispuestos a la tecnología.
PENNY BLACK, EL PIONERO QUE ABRIÓ EL CAMINO
Los envíos adolecían aún en la primera mitad del siglo XIX de las garantías necesarias para que cartas y paquetes alcanzaran su destino sin problemas. Y el pago de su coste se convirtió en plataforma generadora de los problemas más importantes de la época. El uso y costumbre entonces era que los servicios de envío se cobraran en destino. Pero, ¿qué ocurría si no era localizado el destinatario? ¿Y si, aunque hubiera sido contactado, se negara al pago? A partir de ese momento comenzo, ante los imponderables comentados, a consolidarse un modo inefable para el éxito y la satisfacción de todos.
Y, como muchos de los logros en aquella época, debió ser Gran Bretaña la impulsora de la novedad. El servicio de correos, con el tráfico de envíos que era menester entre las colonías que en medio mundo componían el Imperio Británico, se propuso profundas reformas, en 1834 a cargo de James Calmers y en 1837 de Rowland Hill, que incluyó el pago a cargo del remitente. Ello requería una garantía presente en el sobre para conformidad de los responsables del transporte del envío. Así, en mayo de 1840, nació el primer sello, con tarifa uniforme en función del peso y no de la distancia: el Penny Black.
Se trataba de un sello con la efigie de la Reina Victoria, sobre fondo negro y por un valor de un penique. Ese timbre abrió el camino, sin grandes cambios a lo largo de más de siglo y medio, a cuantos miles y miles de modelos distintos serían emitidos a casi todos los países del planeta. Rectangulares la mayoría, sí, pero con excepciones vistosas alguna de las cuales ya apareció muy pronto. En 1847 ya emitió Gran Bretaña uno con forma octogonal. También los hay cuadrados, triangulares o, incluso, con forma de animales, frutas y mapas. Todos llevan impresa la nacionalidad, excepto los británicos.
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