"Tenemos la satisfacción por el trabajo bien hecho de todas las hermandades"

Cristo Resucitado no ha salido a la calle. La imagen no ha procesionado y sus cofrades han sentido en sus carnes lo que los de las otras cuarenta y cuatro que han ido viendo reforzados sus actos internos en los templos. Esta última presencia en las vias públicas tienen, sin embargo, el mejor consuelo: la solemne celebración de la Pascua ha conferido a la suspensión causada por las restricciones de la pandemia un signo distintivo especial respecto a todas las demás.

Cristo Resucitado procesiona ya, con todo, en el ánimo de todos. El sentimiento pascual ayuda a vivir los misterios celebrados. Pero es que, además, sale de la recién concluida Semana Santa una esperanza ciertamente reforzada. Pese a que todos temían la llegada de las horas más esperadas de todo el año (en un año normal) y tener que tragarse el sapo de una resignación difícil. Un pálpito generalizado, que el año que viene llegará con más normalidad que éste, ha presidido todos estos días.

La Catedral del Salvador, sede por demás de la jerezana Hermandad de la Sagrada Resurrección, ha acogido la solemne celebración de la más importante jornada para los cristianos. Luis Piñero, vicario de Pastoral de Asidonia-Jerez una diócesis que sigue sin obispo, ha presidido la Eucaristía. Ha puesto en liza la más viva expresión de esta cita con el que fuera ocupante de una tumba vacía ante la que se insta una toma de actitud comprometida en el tiempo litúrgico recién iniciado.

La calle se quedó sin los blancos nazarenos del Domingo de Resurrección, pero al exterior salió un mensaje de esperanza innegable: "Resucito de veras mi amor y mi esperanza". La afirmación elocuente de Piñero en la homilía de esta celebración pascual le llevó a congratularse de la buena preparación llevada a efecto estos días: "Tenemos la satisfacción por el trabajo bien hecho de todas las hermandades". "Desde el Resucitado, la vida nueva; y, desde el Resucitado, la fuerza ", ha añadido.

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