Emotivos encuentros anuales en la peregrinación de Córdoba a Écija

El duro camino de Córdoba tiene poco margen de maniobra en lo que a cambios se refiere para caminar hasta la Aldea. Sin embargo, eso lo hace también especial. Cada año se renuevan las ilusiones y cada año se repiten abrazos que solo se dan de año en año y en las mismas paradas. La de Écija, por ejemplo, es una de esas paradas donde los lugareños esperan la llegada de Córdoba y volver a dar esos abrazos que se esperan desde el año pasado.

Desde las 7 de la mañana, toda la hermandad se puso en pie en el cortijo de Pepe Aguilar, con el sonido del pitero. Por la mañana, andar junto a la Carreta es costumbre para muchos y muchas de los romeros que hacen el camino con Córdoba. La temperatura es más agradable que conforme va avanzando el día y las vistas hacia el trigo y los largos horizontes regalan momentos que también se quedan en la retina.

Emociones de la Peregrinación de Córdoba en Écija

En la ermita del Humilladero fueron recibidos, cantaron la salve y en la puerta, otro de los clásicos del camino, el gazpacho blanco de Rosario para coger fuerzas y caminar antes del sesteo en Argamasilla, a la salida de la localidad asitigitana.

Sevillanas con Antonio y Elisabeth como protagonistas, dos niños con síndrome de down que bailaron al compás del pitero y entremezclados con los peregrinos cordobeses. La hermandad ofreció un ramo de flores y un cuadro como recuerdo del momento al párroco de la ermita y a las amigas que cada año reciben a los peregrinos en Écija.

El papel de las paradas en la renovación de ilusiones

La tarde, al igual que la anterior, estuvo marcada por el calor y la llegada a la Luisiana. El cansancio es notorio, puesto que, pese a llevar tres días de camino, son algo más de 70 kilómetros lineales los andados por la hermandad cordobesa, a los que se suma los diez del primer día. Por lo tanto, más de 80 kilómetros para completar el primer tercio del camino de Córdoba.

En la jornada del domingo, el camino cordobés tendrá una de sus paradas más emotivas, con la visita a la iglesia de San Francisco y las hermanas del convento de las hermanas de la Cruz. La distancia del camino se quedará por debajo de los 30 kilómetros en un día algo más cómodo y que terminará en la Finca Fuente del Moro.