La tierra que esconde el mar tras la huida: niños migrantes no acompañados

Mouhssine Kamal, Ousmane Diallo, Abdelah Diallo y Abdellatif Loqiasse cuentan en COPE su travesía hasta llegar a Córdoba y los años posteriores hasta el día de hoy

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La tierra que esconde el mar tras la huida para los niños migrantes no acompañados

Laura García

Córdoba - Publicado el - Actualizado

5 min lectura

"Te montas en una patera, sin saber lo que va a pasar. Dos días en el mar. No es cualquier viaje. Cuando te subes, sabes que podría pasar lo que sea. Lo viví muy mal. 50 personas, sin agua, sin comida. Ahora lo imagino y sé que tuvimos suerte por salvarnos de este viaje".

No hay futuro o el presente es amenazante. Por eso, con la inconsciencia de la niñez, Mouhssine Kamal se subió a una patera, rodeado de desconocidos. Tenía 16 años y venía de Marruecos. Se subió a una lancha motorizada en la que le acompañaban otros niños como él, bebés y adultos, a los que no conocían de nada, pero con los que iban a buscar, si sobrevivían “al viaje”, un futuro que les brindara una salida.

Como la suya, hay otras historias. Otro niños, como Ousmane y Abdella Diallo. A ellos, la odisea les costó más de nueve meses. Salieron con 15 años de Guinea-Conakri, la ciudad más grande la República de Guinea. Pasaron tres días en Mali, y llegaron a Argelia. "Como no teníamos otros recursos, tuvimos que trabajar allí para poder pasar, de albañil y de todo lo que se podía. Cuando tuvimos un poquito de dinero llegamos a Marruecos, allí nos separamos, y estuvimos una semana sin saber el uno del otro", cuenta Osmane.

Se reencontraron en la ciudad marroquí de Nador, gracias a que un familiar los volvió a poner en contacto, y cruzaron juntos a la península. Se subieron a una lancha motorizada de la que poco o nada entendían. "Sabía nadar lo más básico, solo me acuerdo del sueño que me daba. Veía llorar a gente y no lo entendía. En ese momento, no era capaz de ver el peligro", dice Ousmane. Imaginaban la solución a todos sus problemas en tierra española, aunque su destino era Francia, por el idioma. Entraron por Motril, y recalaron en Córdoba, como Mouhssine.

Llegada a Córdoba

Aquí, la Junta de Andalucía se hizo cargo de ellos. Es como funciona el sistema cuando la fiscalía determina su minoría de edad. Córdoba no es de las provincias con una presión más alta. Andalucía, por su costa cercana al norte de África, sí lo es. Desde la Junta afirman que en los últimos años, este fenómeno se ha acrecentado con niños que vienen principalmente de la zona del Magreb, y que llegan de manera clandestina por la cercanía de la frontera.

En el Centro de Protección de Menores empezaron a estudiar, sin entender el idioma. Así que pronto se iniciaron en la vida laboral, en trabajos más prácticos. Cualquier trabajo, sin posibilidad de elegir, porque ahora sí, comenzaba la etapa más difícil.

"No entiendes el idioma, no conocemos a nadie, nadie de ve. Eres un niño, pero parece que a nadie le importa". Abdellatif Loqiasse es el mayor de los cuatro. Llegó a España en 2003. Habla, y en sus palabras se percibe su experiencia. Con 15 años acabo viviendo en la calle y ha pasado por varias ciudades de España. Hoy es educador social, graduado. Y ha ayudado a Ousmane y Abdellah a salir adelante en la Fundación Don Bosco de Córdoba. Los cuatro han estudiado y trabajado en el sector de la jardinería, la hostelería, el ferroviario, como mecánicos o incluso en la marroquinería, haciendo pieles de cuero. Cualquier cosa que les diera un futuro estable aquí.

La mayoría de edad

La Junta de Andalucía es la que los tutela hasta que cumplen la mayoría de edad. Pero el problema radica en el momento en el que cumplen los 18 años, y se ven desamparados."Viene todo lo peor, no tener dónde dormir, quién te va a ayudar a renovar tus papeles. Eso puede hacer que esa persona se agobie y empiece a buscar cosas ilegales", dice Ousmane.

La edad, los 18 años, es una etapa frágil para cualquier adolescente, y puede convertirse en un arma de doble filo cuando se vive en situación de desprotección y soledad. Lo explica Antonio Alférez, coordinador del programa de emancipación Juvenil en la Fundación Don Bosco de Córdoba: "El suelo en el que se sostienen, es de cristal. Al no tener familia aquí, cuando tienen algún momento de dificultad personal o algún problema de salud mental, ese suelo en el que se sostiene se termina rompiendo y acaban cayendo sin colchón debajo". Y esto ocurre, entre otros motivos, por la dificultad que tiene en muchas ocasiones para mantener todos sus documentos en regla. Los identificativos y los permisos de residencia y trabajo.

Redes de venta ilegal de citas para renovar los documentos personales

La Fundación Don Bosco, que ayuda a estos niños cuando cumplen la mayoría de edad, hay redes de personas que se lucran ilegalmente con la venta de citas a la Oficina de Extranjería para renovar esa documentación por el colapso que hay en la administración estatal. En este momento, ni siquiera la abogacía de oficio puede intervenir, porque el sistema no lo contempla. "La regularización administrativa de la situación de los menores no acompañados no está dentro del turno de oficio. O se van a asociaciones, o se pagan un abogado", explica Lorena García, la responsable de extranjería en el Colegio de Abogados de Córdoba.

Cuando lo consiguen, uno de los requisitos fundamentales para tener esa documentación en regla es, precisamente, no tener antecedentes penales. Eso que les criminaliza desde que son menores. "Eso desmonta el hecho de que se esté permitiendo la residencia en España de personas que hayan cometido delitos", defiende Alférez.

El reparto territorial de menores migrantes, en el foco político

El reparto de estos niños por todo el territorio español para poder atenderlos mejor y liberar a zonas como las Islas Canarias, sobrepasadas y ya sin recursos, ha suscitado en parte del espectro político un rechazo frontal. "Veo algunas imágenes que me molestan mucho, la realidad nuestra no es esa, no venimos a provocar problemas. La información, simplemente, hay que contrastarla y es peligroso generalizar de ese modo porque crea odio. La sociedad, hoy en día, tiene a su alcance la información para contrastar si es verdad o mentira", aseguran Abdellah y Abdellatif.

Porque, como ellos mismo dicen, y han demostrado,

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