Tristeza y emoción contenida en el último adiós al primer alcalde de la Córdoba democrática

Políticos en activo y retirados de todos los signos coinciden en destacar la valía de Julio Anguita en un acto condicionado por la situación de emergencia sanitaria que vive España

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Toni Cruz González

Córdoba - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

El 19 de abril de 1979, en el viejo caserón de la calle Pedro López, los veinte concejales de PCE, PSOE y PSA llevaron a la alcaldía a Julio Anguita. 37 años, licenciado en Historia y profesor de EGB en ejercicio. “Y ahora, a trabajar”, fueron sus primeras palabras como primer edil.

41 años después, a las seis y diez de la tarde del 16 de mayo de 2020, y entre aplausos y algún puño cerrado al viento, hacía su entrada por última vez en el Ayuntamiento de Córdoba que se construyera bajo su mandato Julio Anguita. Estaban todos los alcaldes democráticos de la ciudad menos el fallecido Andrés Ocaña. Protegidos por mascarillas y distanciados reglamentariamente. Casi todos cumplieron con el protocolo y saludaron a sus conocidos dándose codazos, aunque algún abrazo se escapó. Se dudaba si Rosa Aguilar llegaría a tiempo desde Sevilla, pero apareció y manifestó a los medios que a Julio Anguita siempre que hablaba se le escuchaba. No hay mayor piropo en lo suyo.

Antes ya habían entrado al edificio de Capitulares la mujer y los tres hijos del fallecido. También algunos políticos que llegaron antes que los primeros reporteros gráficos que, en algunos casos, llevaban apostados desde antes de las dos de la tarde. La guardia de honor del Ayuntamiento con sus picas y mascarillas llegaron puntuales a una capilla ardiente que solo fue accesible a cuenta gotas y en ningún caso para los medios.

EL POLÍTICO AL QUE TODOS ESCUCHABAN

El flujo de coronas florales con nombres de localidades de toda Andalucía fue incesante. Camarada, amigo, maestro, compañero... Banderas republicanas coyunturalmente ubicadas como marco para discursos de políticos. No de discursos políticos. Porque este sábado no hubo partidos. El exalcalde Herminio Trigo fue el más emocionado: “he perdido un amigo… Ya está”. No pudo decir más. José Antonio Nieto reconoció que incluso a pesar de las diferencias políticas cuando le pidió ayuda se la dio y por eso “se lo agradeceré siempre”.

Anguita fue un hombre fiel a sus ideas -Programa, programa, programa- y de consenso y como tal será recordado. Capaz de cambiar el horario de celebración de los plenos en el Ayuntamiento para que pudieran acudir los trabajadores. El primer alcalde comunista en España después de la Guerra Civil. El padre del periodista caído en una guerra que gritara desgarradoramente lo de “Malditas las guerras”. El hombre que llevó a Manuel Vázquez Montalbán mientras le contaban su afición a comer habas a asumir que “más que un alcalde era un califa y los califas nunca llaman por teléfono directamente”.

La ciudad guardará tres días de luto oficial. El cadáver de Julio Anguita permanecerá en el salón de plenos hasta el mediodía de este domingo. Junto a él se quedarán, su mujer y sus tres hijos. Se están recogiendo firmas ya para que alguna plaza de la ciudad o la propia estación lleven el nombre del político fallecido. Nadie pondrá obstáculos a que se lo concedan.

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