David de Miranda y Pablo Aguado, dos toreros ganando la calle

Los diestros abarrotaron el aforo en el Paseo de la Ría, el escenario elegido “para sacar las Colombinas a la calle”

David de Miranda

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

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David de Miranda y Pablo Aguado se ganaron ayer el corazón del público de Huelva por la cercanía, sencillez y complicidad que desplegaron como protagonistas de Toreros de Calle, una de las principales acciones de promoción de la Feria Taurina de Colombinas organizada por la empresa Espectáculos Taurinos La Merced, gestora de la Plaza de Toros de Huelva. Los diestros onubense y sevillano abarrotaron el aforo previsto en el Paseo de la Ría de la capital onubense, el escenario elegido un año más “para sacar las Colombinas a la calle”, dijo el empresario Carlos Pereda.

David y Pablo mostraron su lado más personal y humano, por tanto, el más desconocido también para el gran público, según fueron respondiendo a la batería de preguntas de las decenas de niños que asistieron al acto. Y hablaron de sus primeros recuerdos en el mundo del toro, de cuando eran pequeños también y miraban a los toreros “como héroes”, de su vida más allá del toreo, de sus aficiones, de los deportes que practican, de qué hacen y hablan con sus amigos, de la entrega de su juventud a la profesión que aman, del sonido “tan especial y diferente” de las plazas de Madrid y Sevilla, las que les han disparado en la consideración de los aficionados y convertido en los toreros revelación de la temporada “para comprobar que, con esfuerzo, tesón y disciplina se pueden alcanzar los sueños” y de cómo eran como estudiantes en el colegio, entre otros muchos temas. Todos ellos surgidos de manera espontánea, sin más guión que el de la propia ocurrencia de los más pequeños, capaces de sorprender a los toreros en no pocos momentos con sus preguntas.

Tras más de una hora de conversación, David de Miranda y Pablo Aguado emplearon aún más tiempo en firmar cientos de autógrafos y hacerse cientos también de fotografías entre el cariño de jóvenes y mayores que, cuando les vean en la plaza de toros, les mirarán ya de otra manera una vez que les han conocido de calle, más allá de los toreros que son.