Madrid - Publicado el - Actualizado
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¿Quien no ha dicho alguna vez: “Es un milagro que en el Rocio no pase apenas nada?.
Hace 45 años, comí con todos los hermanos mayores vivos, en ese momento.
Al verme junto a tanta historia rociera, les pregunté, a cada uno, por un recuerdo especial de su época de Hermano Mayor.
La mayoría me contaron momentos alegres, positivos y felices. Algunos, en cambio, tenían grabados los problemas en la romería, pero -decían- fueron resueltos “gracias a la Virgen...”
¡Si vieras la fe con lo que lo afirmaban!. Vivían convencidos del valor sagrado de la Virgen del Rocio.
Quizás, si hoy le preguntara a los hermanos mayores actuales me dirían lo mismo: “el Rocio es un milagro”.
Decía Einstein que “hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen los milagros, la otra es creer que todo es un milagro”.
Yo creo que los milagros existen. Jesús realizó varios. Sanó y resucitó a personas. Convirtió el agua en vino, en la boda de Caná, gracias a la intercesión de su madre, la Virgen María.
Desde tiempo inmemorial, el ser humano ha contado historias de hechos reales, pero a la vez extraordinarios, para los que, aparentemente, no existe otra explicación que la del milagro.
“LA CORNÁ DEL BUEY”
Así me encuentro, ahora, para explicarte la “corná” que me dio un buey en el costal derecho, el sábado al mediodía durante la presentación oficial de las Hermandades del Rocio.
El vistoso animal desobedeció las ordenes del boyero de quedarse quieto, y arrancó, por sorpresa y mucha fuerza, “corneándome” de forma violenta, en el costado derecho, cuando hacia fotos a la comitiva de la Hermandad de Huelva.
El golpe brutal me lanzó a la arena. El móvil se fue por un lado, el sombrero, por otro. Tenia un fuerte dolor en el pecho y en las costillas. Respiraba con dificultad. Creía estar reventado por dentro.
Pero llegó el milagro: aparecieron tres amigos, Paco Millán, quien se había bajado del caballo, al verme revolcándome por el suelo, Fernando Melgar y Juan León (jefe policía autonómica).
Los dos últimos son capataces en Semana Santa. Juan, además, es el Presidente de la Plaza de Toros de Huelva (parecía haber bajado del palco a auxiliarme y entregarme las dos orejas del “morlaco”).
Juan León, me llevó a una casa, a diez metros, donde “milagrosamente” estaban dos especialistas en traumatología: un catedrático y una médico doctora.
Me reconocieron minuciosamente: no tenía fisuras en las costillas, sólo una fortísima contusión. Había sido jun gran susto. Me dieron ánimos, confianza y calmantes.
Han pasado seis días. Sigo tomando pastillas para el dolor. Al pensar que pudo ser mucho más grave, se me olvidan las molestias.
He dicho, al principio, que creía en los milagros. todavía creo más después de lo vivido. Los milagros no tienen porque ser prodigiosos. Los hay sencillos y cotidianos, esos de los que no nos damos ni cuenta.
Los milagros son, por ejemplo, los hechos de vivir, respirar, amar, reír, sufrir y ser capaz de salir adelante, cada día.
Un año más, la Virgen del Rocio ha sido un milagro. Milagro, el sol y la luna. El Simpecado en el arroyo. El hombre que canta, llora y reza. Milagro es todo el Rocio.
La vida comienza cada mañana. Mañana será logro día. ¡BUENAS TARDES!