Expertos alertan del consumo de alcohol en jóvenes: "Siete de cada 10 menores beben" de forma preocupante
El consumo de las drogas legales está muy por encima del de las sustancias las ilegales y nuevas como el gas de la risa.

María Rivera y Antonio Pelayo, educadores sociales del Servicio de Prevención Social de la Diputación de Huelva
Huelva - Publicado el
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En los últimos días, el conocido "gas de la risa" ha saltado a la actualidad en Punta Umbría, tras la intervención de la Guardia Civil a dos personas que lo vendían a jóvenes portugueses en su viaje de fin de curso. Aunque su uso médico es común, especialmente en odontología, el consumo recreativo del óxido nitroso preocupa por sus efectos inmediatos y los riesgos que entraña.
María Rivera y Antonio Pelayo, educadores sociales del Servicio de Prevención Social de la Diputación de Huelva, advierten sobre el uso de esta sustancia. Rivera aclara que "es una sustancia que se conoce desde 1770. No es nueva. Puede parecernos una moda, pero tiene historia". En sus inicios, se utilizaba en fiestas de alta sociedad y ferias ambulantes como una curiosidad lúdica, hasta que se observó su potencial médico como analgésico.
Pelayo detalla que "el gas se inhala y sus efectos son muy rápidos. Puede producir quemaduras, desplazar el oxígeno en los pulmones y provocar asfixia". Sin embargo, aclara que en España "no se considera aún un problema de salud pública. Su uso se ha detectado en entornos de ocio nocturno descontrolado, como en Baleares, la Costa Blanca o la Costa del Sol, donde hay más turismo juvenil".
Aunque el gas de la risa no sea adictivo per se, su uso puntual puede ser muy peligroso. Pelayo explica que "puede provocar desmayos, alucinaciones o accidentes, ya que produce un efecto disociativo que impide sentir dolor. Incluso puede causar una embolia".
Ambos educadores coinciden en que la alarma social generada por esta sustancia podría desviar la atención de otras drogas más comunes y peligrosas. Rivera remarca que "el alcohol, el tabaco y el cannabis son las sustancias que sí representan un problema de salud pública entre los jóvenes". Según los datos, "el 70% de los adolescentes entre 14 y 18 años han consumido alcohol en el último año, mientras que los inhalantes no llegan ni al 2%".
Durante las recientes celebraciones estudiantiles en Punta Umbría, la mayoría de las atenciones sanitarias se debieron al consumo de alcohol, no al gas de la risa. Pelayo enfatiza que "el alcohol es una droga absolutamente normalizada, y sin embargo, es la más peligrosa a nivel social. Es la que más daño produce".
En épocas festivas como romerías y ferias, el papel de las familias es clave. "Si el modelo que ofrecemos a nuestros hijos en cada fiesta es el consumo de alcohol, ellos entenderán que así se celebra", indica Rivera. Y añade que "las romerías son una oportunidad para ofrecer un entorno protector y un modelo saludable. No se trata de prohibir el alcohol, sino de enseñar a nuestros menores que se puede disfrutar sin abusar".
Preguntados sobre cómo evitar que los jóvenes caigan en este tipo de consumos, los educadores señalan que el ejemplo es fundamental. "No se puede pedir a un hijo que no beba si ve a su padre con varias cervezas en la mano en la misma fiesta", dice Pelayo. Desde su servicio, trabajan con ayuntamientos y centros educativos para establecer estrategias de prevención, como limitar la venta de alcohol a menores en fiestas locales, promover precios más bajos para bebidas sin alcohol y ofrecer opciones de ocio saludable.
Un ejemplo es el carnaval de Cartaya, donde se ha separado la cabalgata infantil de la adulta para evitar la mezcla de niños y adultos consumiendo alcohol. Además, se ha implementado un protocolo para avisar a las familias cuando un menor ha sido atendido por consumo de alcohol, seguido de una orientación desde servicios sociales.
La clave, insisten, está en trabajar tanto en las habilidades personales de los jóvenes como en la transformación del contexto en el que se relacionan. "Si el entorno facilita el consumo, la conducta se dará, aunque uno haya decidido no beber", aclara Pelayo. Por eso, proyectos como el de IREFREA, que busca implementar una guía de prevención en el ocio, son fundamentales. "Queremos pilotarlo aquí en Huelva. Es necesario que todos —ayuntamientos, comerciantes y familias— participen para garantizar un ocio de calidad".
Rivera concluye que la adolescencia está marcada por la búsqueda de sensaciones y la impulsividad. "La primera es natural, pero la segunda se puede trabajar desde la infancia. Las personas con mayor impulsividad tienen más riesgo de desarrollar adicciones". Por ello, la prevención no solo pasa por informar, sino por ofrecer modelos responsables y entornos saludables.