La barca varada

por Pedro Rodríguez

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Pedro Rodríguez González

Publicado el - Actualizado

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Un día, otro día y otro del verano, he pasado cerca de una barca varada en la arena de la ría de Punta Umbria.

Está sola. Sin remos ni timón. Ni tampoco pescador. Al subir la marea flota en el agua. En la bajamar, besa la arena de la orilla.

Ayer, estaba varada. Me detuve a hacerle una foto y a compartir contigo reflexiones y símiles sobre ella.

Por ejemplo, si la vida es un viaje, y nos imaginamos que hacemos el trayecto en barca, podíamos decir que en el año de la pandemia hemos estado varado en la orilla de la vida, y comenzamos a navegar.

La barca varada es también una metáfora de las personas conformistas con lo alcanzado y no se plantean superar sus habilidades emocionales y culturales para llegar más lejos.

La barca, sin nombre, ni pescador, puede simbolizar la parábola evangélica de una búsqueda incesante de Jesús.

A veces alegre, en muchos casos, fatigosa y oscura, pero con la certeza de que el encuentro llegará, tarde o temprano.

Mientras estaba mirando la pequeña barca veía llegar al puerto grandes barcos de pesca que volvían de faenar de día y de noche.

AMAR Y SER FELIZ

¡Qué contraste!. Frente a la barca varada, cruzaban el agua unos barcos cargados de pescados y mariscos, con la tripulación de sus marineros cargados de ilusión y de esperanza en la próxima pesca.

Entonces, pensé que todos somos capitanes de nuestro barco. La diferencia entre unos y otros, reside en nuestra actitud.

Si dejamos el barco varado en la orilla, o navegamos con él sobre las aguas grandiosas del mar, subidos en la barca de la vida.

Ya me iba a marchar cuando llegó una gaviota blanca a posarse en la quilla de la barca, para que no estuviera sola.

En ese momento, me acordé de la bella historia de Juan Salvador “Gaviota”, llena de metáforas de la vida.

Cuyo protagonista, Juan Salvador, es una gaviota que no encaja con el resto de la bandada por sus elevadas aspiraciones.

Quiere ser libre, aprender y superarse. Y dado que la bandada no acepta es desterrado a perfeccionar su vuelo en solitario.

Hay una frase que dice, “a veces la soledad es el precio a pagar por la libertad”.

En esta historia reluce el valor de la libertad, en la personalidad que demuestra Juan Salvador “Gaviota” por perseguir sus sueños aunque los demás le rechacen, además de su valentía en romper barreras.

Ayer, en mi dialogo con la barca varada, me reafirmé en mi convicción de que en la vida no se puede ser mediocre.

Debemos romper las barreras que nos llenan de limitaciones, de miedos y nos impiden ser libres.

No olvides nunca de aspirar alto, volar alto. Amar y ser feliz. ¡BUENOS DÍAS!.