OPINION

“El contorsionista moral”

Rafael Benítez

Publicado el - Actualizado

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Buenas tardes. El monotema de estos días es inevitable. Tiene dos facetas curiosas, una es el hecho en sí mismo. Una forma de usar la administración y los fondos públicos para beneficiar a los de tu partido y permanecer en el poder, dos por uno y sin atisbo de remordimiento.

La otra faceta es la reacción de los propios. “No es tan grave”, gritan a coro intentando convencer a propios y extraños que por más que sean tantos los implicados y tanto lo malversado, los motivos eran buenos. Se ve que permanecer en el poder y colocar a los propios en buenos puestos es un buen motivo. La prensa amiga, la que filtra el mosquito, anda tragando camellos cebados y orondos. Un detalle que lo junta todo, la doble moral, el “y tú más” y la desvergüenza legitimadora de lo injustificable, fue el titular de El País para informar de la sentencia: “El ‘caso ERE’ supuso un fraude multimillonario muy superior al que condenó al PP en Madrid, pero a diferencia de la Gürtel, no hay blanqueo ni enriquecimiento”, Carlos Esteban comentaba certeramente el titular diciendo: “Permítanme que vuelva a suspirar. Me lo han dado todo con ese breve texto: ahí está, pura como la rosa, perfecta, la rendición de Prisa, su confesión de impotencia, el “ahí me las den todas”, la renuncia al disimulo más elemental, a un mínimo pudor periodístico. Y para que nada falte, para que todo resulte armónico y avergonzar al mismo Pravda de Brezhnev, la foto que acompaña a la noticia es… del juicio de la Gürtel.”

Poco más puedo añadir, ya saben, queridos lectores, no importan cuánto, durante cuánto tiempo y con qué motivos hayan malversado y usado el dinero y las instituciones públicas los nuestros, los corruptos son siempre los otros. Alguno ya se ha dado cuenta de que lo que importa no es el qué, sino el quién. Dicho de otro modo y aunque me repita, lo que en los otros es vicio, en los nuestros es virtud. Y lo dirán hasta que cale en la opinión pública. Contorsionismo moral, es como han definido algunos a los editoriales, discursos y explicaciones que los partidarios andan lanzando en estos días para salir del paso. Lo preocupante es que el cabreo y la agresividad con que los más fanáticos están arremetiendo contra la sentencia y cualquiera que se la mencione, demuestra que nos queda distancia para entender lo que es la democracia, la tolerancia y un elemental sentido de la ética.

Chesterton había insistido en que “el daño mayor que hace a la sociedad una vida política dominada por el actual sistema de partidos es que inculca en los ciudadanos, ya desde la escuela, el desprecio a la verdad. El sistema de partidos está fundado sobre la base de que decir la verdad completa no importa. Está fundado en el principio de que media verdad es mejor que ninguna política. Nuestro sistema convierte a una multitud de hombres, que podían ser imparciales, en partidarios irracionales. Enseña a algunos hombres a decir mentiras y enseña a todos los demás a creerlas. Convierte a los ciudadanos en una especie de abogados. Sé que todo esto tiene sus encantos y sus virtudes, como la lucha y el compañerismo; y que tiene también el encanto y las virtudes del juego. Pero esto sería una imposibilidad absoluta en una nación que creyese en la importancia de decir la verdad”.

Un siglo después, parece que no nos importa la ética, la verdad, ni la ley. Vaya, no es optimista esto, pero es que estoy de acuerdo con George Bernanos cuando dijo «el optimismo es una falsa esperanza para uso de cobardes y de imbéciles. La esperanza es una virtud, 'virtus', una determinación heroica del alma. La forma suprema de la esperanza es la desesperación superada». No me siento muy capaz de heroísmos, pero la esperanza parece el único camino practicable a quien quiera mantenerse cuerdo y vivir sensatamente. Buenas tardes.