"Diversión a raudales"

por Rafael Benitez

Rafael Benítez

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Continúa la fiesta. Nuestros insignes próceres, con perdón por lo de insignes, andan colocando a lo mejor y más lúcido de cada casa en los puestos de máxima responsabilidad. El mérito requerido es pensar lo correcto, o cualquier barbaridad que guste a los nuevos jefes, que es lo mismo. No es necesaria experiencia previa en gestión o trabajo alguno, tampoco haber mostrado el más mínimo respeto a las ideas contrarias o las formas al uso, aquí hemos venido a divertirnos y, eso sí, carísima, pero la diversión está asegurada. No sé si notan un callado sollozo tras la palabra “diversión”.

Mientras a los contrarios, el ala conservadora de la política ahora renombrada como ultra o super facha, se le exige una pureza de sangre que recorra varias generaciones, al ala correcta, los nuestros, les basta con tener buenas intenciones. O, al menos, las buenas intenciones que ahora se lleven, aunque antes de ayer las buenas intenciones fueran otras opuestas. Alguien decía que, a esa forma de decir Diego donde dijeron digo, se le llama “evolucionar”, y yo creyendo que era mentir descaradamente, hasta en eso estamos equivocados. En fin, la foto del consejo de ministros que circula por los medios, tipo camarote de los hermanos Marx, ya nos da pistas sobre la que se avecina.

Ha muerto recientemente Roger Scruton, me gustaría decir que lo conocía y había leído algo suyo, pero no es el caso. Como en tantas otras veces, es ahora cuando conozco por otros algo del personaje. Un par de frases con las que coincido: “A las personas de izquierda les resulta muy difícil llevarse bien con las personas de derecha porque creen que son malvadas. Mientras que yo no tengo problemas para llevarme bien con la gente de izquierdas porque simplemente creo que están equivocados". El pensamiento de este autor es conservador y así se ha definido en público y en privado. La posmodernidad ya no busca la verdad sino tener razón por el sentimiento, y no hay sentimiento más determinante que encontrar al malvado al que se puede odiar sin disimulo. Todos los totalitarismos lo han utilizado y hoy los populismos evidentes y los políticos sin escrúpulos de todo signo, también.

También dijo que "El conservadurismo parte de un sentimiento que toda persona madura puede compartir sin dificultad: el sentimiento de que las cosas buenas se destruyen fácilmente, pero no se crean fácilmente". Yo, un poco más bruto en las expresiones, digo a veces que “un imbécil con un martillo es capaz de demoler un catedral, pero hay que ser muy sabio y paciente para levantarla”.  No sabía que eso era ser conservador, ups.

Otra frase y lo dejo: “Al acercarse a la muerte uno empieza a comprender qué sentido tiene la vida. Y el sentido de la vida es el del agradecimiento”. Dicho recientemente. Parece que el señor Scruton era un anglicano que admiraba el catolicismo, se podría decir que no estaba lejos de la verdad, aunque parezca inmodesto decirlo.

Gregorio Luri, que tiene un libro llamado “La imaginación conservadora”, apostilló en twitter el otro día “hay para el conservador una labor más importante que la estrictamente política: es la de reencantar el mundo.”  Se podría decir qué eso era a lo que aspiraba Scruton. 

Y sobre la publicidad excesiva de algunos debates teológicos o históricos, planteaba: “Quien se pregunta "¿qué es Dios", tiene algo de ateo; quien se pregunta "¿qué es la ley?" tiene algo de desleal. Quien se dedica a la deconstrucción, es una termita que deja ruinas tras de sí. Hoy la elección del mito es una elección terapéutica y debe hacerse a plena luz.”

Les dejo pensando qué quiere decir Luri, no me sean termitas.