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Eran las tres y media de la madrugada (hora española) cuando Rafa Nadal ganaba y rompía a llorar de alegría.
Su contrincante había enviado fuera la última pelota y él se proclamaba vencedor del US OPEN de tenis (Nueva York).
Las imágenes de Rafa, llorando a “lágrimas vivas”, como un niño, la vieron los 24.000 espectadores, en pantalla gigante, en el acto de la entrega de la copa.
En un país identificado con el orgullo (americano), las lagrimas sencillas y humildes de Nadal constituían un soplo de aire de humanidad en el deporte y dejaban en el Estadio un mensaje muy claro: “Sólo es grande en la vida quien sabe ser pequeño”.
Después, en su discurso, el campeón español fue respetuoso y elegante con su rival, con elogios y buenas palabras.
Por esta elegancia, Rafa también es respetado por todos los tenistas del circuito, periodistas y aficionados, siendo un ejemplo por sus éxitos deportivos y sus valores humanos.
Las principales señas de identidad del campeón, dentro y fuera de las pistas de tenis, son la fortaleza mental, la constancia y la humildad.
Desde la victoria épica de la madrugada del domingo, en Facebook y otros medios se destaca especialmente la virtud de la humildad del “mejor deportista español de todos los tiempos”, En la humildad hay algo que exalta nuestro corazón. A todos nos gustaría vivir en la humildad y la sencillez, pero, como vemos, más de uno prefiere morir ahogado en el mar del orgullo y la soberbia.
Por cierto, Carolina Marín, volverá hoy a sonreír, porque jugará el primer partido oficial, en Vietnam, después de siete meses apartada de las canchas, por la lesión de rodilla.
La personalidad de nuestra “Niña de Oro”, campeona olímpica, es muy similar a la de Nadal: fuerza, pasión, constancia, inteligencia, técnica, sencillez y humildad. ¡Nunca se rinde!. Como Nadal.
“Buenas Tardes”