"El primer día"

por Pedro Rodríguez

Pedro Rodríguez González

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Ayer, después de escribir sobre la crisis de la uva zalema del Condado de Huelva, me puse ropa y zapatillas de deporte y salí a andar.

Llevaba diez sin hacerlo. Era, por tanto, el primer día del verano que iba a disfrutar de la ría de Punta Umbria.

Como el sol y el calor eran tan fuerte, compartí el trayecto entre la sombra de la calle Ancha y el sol y la luz de la ría.

Aquí estaban atracados los mismos barcos del verano pasado. Humildes, pacientes, serenos. “Los ríos lo saben: No hay prisa. Vamos a llegar algún día”.

En el camino encontré a dos marineros sentándos en el mismo banco de madera que los dejé el año pasado: ¡Hola, amigos! -los saludé como si hubiera sido ayer-.

Tras andar casi una hora volví mis pasos hacia casa buscando la sombra de la civilización, entre edificios.

Y en el camino encontré a un grupo de cuatro amigos que, como todos los veranos, viven el ritual de tomarse unas copas de aguardientes en la sombra de la que ellos llaman, con orgullo, la mejor playa de Punta Umbria: “la playa de la Calle Ancha”.

Más adelante, frente a la cafetería de Rita, una pareja formada por un cantautor y un clown intentaban entretener al personal con canciones y haciendo malabarismo con cuatro aros.

La gente que estaba sentada no le hacía ni caso. Los que pasaban andando no se detenían. Tenía prisa. Estaba en otras cosas.

Me pareció que estaban haciendo el ridículo. No le hacían caso. En el sombrero apenas habia tres euros. Nadie era consciente de la verdad que había en los artistas que actuaban a pleno sol.

“LA ELEGANCIA DE PEPA”

Seguí hacia adelante, algo triste. En el camino encontré a la singular “Pepa de Punta Umbria”. Elegancia, originalidad y bondad. Tan original como la dejé el pasado verano. Llevaba un bonito traje largo, con bolso y sombrero haciendo juego en el color del vestido.

Me paré con ella y me volvió a contar historias de su vida y de su pueblo. Esta mujer merece un BD sólo para ella. El calor apretaba. Cada vez era más duro el camino.

Al final de la calle pasé por la tienda de regalo “Adis Adeba”. (Etiope). En la puerta estaba sentado José, su propietario.

Es nacido en Etiopía, pero más del Recre que la bandera. Su cabeza la cubre con una gorra blanca y azul y la blusa con el escudo del Decano.

Me paro junto a él: ¡Hola!, ¿cómo está la familia?. ¿Los niños estarán muy grande?. No te puedes ni imaginar la alegría que le dieron estas preguntas.

“Están muy bien. Si, están muy mayores. Mi niño Jose ya calza un número de zapato mayor que el mío, el 44...”.

En ese momento entró en la tienda. Traía las notas del niño (primero de ESO). Tenía un 10 en todas las asignaturas, menos un 6 en plástica y arte.

Lo felicité y le dije: “el niño tiene que mejorar en arte”. Así es. Pero, mi Jose es una artista jugando al fútbol. Lo quiere fichar el Recre.

¿Mira, que si pronto vemos a un etíope marcar goles en el Colombino, habiéndose criado en la sombra de la calle Ancha de Punta Umbria...?. “BUENOS DÍAS”