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En casa tenemos la norma de no criticar. Está prohibido. Preferimos alabar y ser positivo. A veces, me cuesta trabajo.
Muchos días me pregunto: ¿por qué criticamos tanto?. ¿Por que es tan difícil ser persona positiva? ¿Por qué hay mucha gente tacaña con sus emociones?. ¿Será por culpa del corazón…?
Al sacerdote de la misa de hace dos domingos, en su homilía, le escuché esta idea: “Hay gente que se confiesa sólo de los pecados de los demás. Los suyos los olvida. Se consideran santos…”
Todos hemos escuchado, alguna vez, la comparación evangélica: “¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?”.
La maldad del corazón ciega a la persona, y un corazón ciego contagia oscuridad, desorientación y desesperanza. En cambio, cuando el corazón es bueno, contagia bondad.
Pero. más allá de esto, lo más grave es la crecviente tendencia a ver defectos, errores y maldades en los demás. ¡No se salva nadie!. Las redes sociales se han convertido en armas destructivas.
La pregunta es: Por qué criticamos tanto?. Hay muchos motivos que pueden llevar a una poderosa a criticar constantemente a los demás.
El principal es que juzgar de un modo superficial (sin datos) es una manera fácil y sencilla de sentirse superior a alguien y, por comparación sentirse mejor con uno mismo.
Otra de las razones es porque esté enfadado con ella, por algo. Muchas perdonas juzgan porque sí, por gusto y diversión (cotillas).
Quienes van así por la vida, son personas que llevan una viga en sus ojos, que les ciega. Y lo pero de todo es que siendo ciegos, van detectando pequeñas motas en los ojos de los demás (criticando sin parar).
En las relaciones humanas lo importante no es el dinero, la inteligencia y el poder, sino el corazón.
Convivir con una persona de buen corazón, que no dedique ni un minuto a criticar a los demás, es el mayor regalo que nos puede ofrecer la vida. ¡BUENOS DÍAS!