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Eran las once y media de la mañana. Estaba sentado en un bar de la Placeta, esperando a mi mujer.
Pasó un caballero que suele estar pidiendo en la puerta de la Concepción, con bastante desparpajo, y me dijo: “Qué feliz le veo, don Pedro...”.
Al momento, pasa un amigo de la infancia y me saluda diciéndome: “Qué tranquilito y feliz te veo, Perico...”.
Para culminar la glosa, ya con Carmen sentada y tomando café conmigo, se pararon con nosotros un matrimonio conocido empleando el mismo término: ¡Qué felices os vemos!.
¡No puede ser! -exclamé-. Cuatro personas emplean la palabra feliz para saludarnos. ¿Qué nos habrán visto para llegar a la misma conclusión?- le pregunté a Carmen-.
No lo sé. No hacíamos nada especial -me responde- La felicidad es interior, no exterior. Habita donde no se ve.
Es cierto que la felicidad se logra con las pequeñas cosas de todos los días. Se trata de aprovechar las oportunidades y no dejarlas pasar por alto. Una de ella es tomar un café con tu pareja en un bar.
La conquista de la felicidad no es una cuestión fácil, ni mucho menos, sólo florece donde hay virtud, constancia y esfuerzo serios, pues la vida es un juego en el que jugamos todos...
Mi amigo Victor, fallecido hace once años, siempre decía: “El Rocio es vivir el momento que surge, no buscarlo...”.- Qué razón llevaba-.
Lo mismo ocurre en la búsqueda de nuestra felicidad. El tiempo no se detiene. La vida transcurre rápidamente. Debemos de vivirla apreciando con sensibilidad lo que somos, tenemos y vivimos.
Es aquí donde encontraremos la felicidad. En las pequeñas cosas de cada día. En la sencillez de vivir el momento. Cómo fue un simple café ayer en la Placeta. No en buscarlo y querer hacerlo perfecto.
Entonces, ¿qué es la felicidad?. Para unos, es el estado emocional positivo de quien ha logrado satisfacer sus deseos y cumplir sus objetivos.
Para otros, la felicidad es algo utópico, pues depende del mundo real, donde se está expuesto continuamente al fracaso y a la frustración.
Para la mayoría, la felicidad es una cuestión subjetiva y relativa. Como tal, no existen requisitos objetivos para ser felices.
A quienes ayer nos atribuían la felicidad, cuando tomábamos dos simples café con leche en la Placeta, debo decirles que ser feliz no es tener una vida perfecta. Ser feliz es reconocer que la vida vale la pena vivirla. A pesar de todas las dificultades... ¡BUENOS DÍAS!