Juan Ignacio Reales

“Soy mayor, no idiota”

Bajo este lema, Carlos San Juan, un señor de setenta y ocho años, inicia una campaña recogiendo firmas para conseguir una mejor atención en las sucursales bancarias

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hace unos días, los medios de comunicación se hacían eco de la campaña que con el lema “Soy mayor, no idiota”, había iniciado Carlos San Juan, un señor de setenta y ocho años, recogiendo firmas para conseguir una mejor atención en las sucursales bancarias, pues las personas mayores, se están sintiendo cada vez más incapacitadas para realizar sus gestiones bancarias, ante el avance de la tecnificación y digitalización, en detrimento de la atención personal y directa que recibían de los bancos, hasta hace algún tiempo.

Este martes pasado, San Juan acudía a la sede del Ministerio de Economía, y presentaba las seiscientas mil firmas que había recogido en apoyo de esta campaña. La ministra Calviño, manifestaba ante los medios de comunicación, que apoyaba esta reivindicación, y que había urgido a los bancos a que, en este mes de febrero, presentaran algunas propuestas en ese mismo sentido.

En el texto de su iniciativa, detalla Carlos San Juan que “no paran de cerrar oficinas, algunos cajeros son complicados de usar, otros se averían y nadie resuelve tus dudas, hay gestiones que solo se pueden hacer online... Y en los pocos sitios donde queda atención presencial, los horarios son muy limitados, hay que pedir cita previa por teléfono pero llamas y nadie lo coge… Y te acaban redirigiendo a una aplicación que, de nuevo, no sabemos manejar. O mandándote a una sucursal lejana a la que quizás no tengas cómo llegar”.

Afirma también el promotor de esta iniciativa, que “muchas personas mayores están solas y no tienen nadie que les ayude, y otras muchas, como yo, queremos poder seguir siendo lo más independientes posibles también a nuestra edad” e insiste en la necesidad de que “los bancos atiendan a las personas mayores sin trabas tecnológicas y con más paciencia y humanidad. Y que mantengan oficinas abiertas donde pueda atenderte una persona… que no todo sea por Internet”. Reconoce que ha llegado a sentirse humillado al pedir ayuda en un banco y que “me hablaran como si fuera idiota por no saber completar una operación. Duele mucho sentirse así. Las personas mayores existimos, somos muchas y queremos que nos traten con dignidad”.

Me parece muy digna de apoyo esta reivindicación, pues ciertamente denuncia una situación que las personas mayores –y no tan mayores- están padeciendo en su trato con los bancos, cuando van a interesarse por lo que es sólo suyo, su dinero, sobre cómo gastarlo o cómo administrarlo, en las gestiones que tengan que realizar, con las entidades donde lo tienen depositado.

Pero no sería justo que ésta denuncia se quedara sólo en ese déficit de atención de los bancos con las personas mayores, pues desgraciadamente algo parecido está ocurriendo en otros ámbitos de nuestra sociedad; pensemos en ciertos trámites con las distintas administraciones, con empresas de otro sector o con los mismos centros de salud… Desgraciadamente, esa tecnificación está llegando a muchos ámbitos, sustituyendo a la atención personal, lo cual está dejando en una situación de desamparo a un amplio sector de la población.

Pensemos que hay muchas personas mayores, que no tienen un Smartphone, o un ordenador, porque no saben usarlo, muchas veces ni siquiera tienen un simple teléfono móvil, y eso es una realidad que está ahí, que debe ser contemplada y en la medida de lo posible atendida por nuestra sociedad.

Si no queremos vivir en mundo deshumanizado, donde el trato, la atención y la relación personal quede relegada por la tecnología y la informática, debemos esforzarnos y ser un poco más solidarios con nuestros mayores, en un momento de sus vidas en el que más precisan de nuestra ayuda y con los que además debemos estar agradecidos. Al fin y al cabo, la ayuda y el amor al prójimo, y especialmente a los más débiles y necesitados, es un mandato que a todos nos interpela.