“Tanta vanagloria no puede ser buena”

por Rafael Benítez

Rafael Benítez

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Hace unos días, leía en el periódico El País, un artículo de título sugerente: “Guía de habilidades sociales para adultos”. Un buen anzuelo para alguien tímido como yo. Sólo que la fase de leer libros del tipo “Cómo hablar bien en público e influir en los demás”, ya la tengo un poco superada. No es que no me vengan bien consejos al respecto, menos teniendo proyección pública, pero es que ya he aceptado que la timidez es como ser alto o bajo, algo que va a estar ahí siempre, puedes agacharte o saltar, pero no hay más cera que la que arde.

Aún así, por si acaso existe el bálsamo de fierabrás que pueda poner coto a mi personal y peculiar hándicap, voy y lo leo. Empieza comentando que antes sólo se estudiaban las tablas de multiplicar en el colegio pero que hoy se enseñan talleres de empatía y habilidades sociales para mejorar la autoestima y la resolución de conflictos personales y de grupo. Y ahora lo entiendo todo, tenemos una nueva generación de niños y jóvenes que no saben multiplicar bien pero con una autoestima patológica, capaces plantar cara a cualquier adulto, empezando por sus padres y acabando por profesores y maestros. Vale, puede que exagere. Pero piénsenlo un poco, ¿no hay demasiado de esto en detrimento de los conocimientos que pueden mejorar la capacitación intelectual y racional de los alumnos? Antes, la resolución de conflictos se aprendía en casa, normalmente con la zapatilla materna que marcaba los límites y obligaba a ser humildes. Aunque igual tampoco era eso.

Esta semana saltaba la noticia de que en un instituto regía la ley de la selva, que los profesores están desbordados y la policía tiene que acudir casi a diario. Se ve que lo de la empatía no funciona a según qué niveles de conflicto y en según qué ambientes, pero ¿y lo bien que queda en los objetivos anuales, carteles y charlas de los delegados y consejeros del ramo? Sólo hay que pasar por las clases de cualquier instituto de secundaria para ver lo bien preparados que han salido de la primaria en lo intelectual y en lo social, y el debate es que si pin que si pon, como si eso fuera lo más importante que está pasando, pero no me crean a mí, crean a sus propios ojos.

Que dice su Persona Serenísima, nuestro presidente, desde la cuenta Twitter de la Moncloa que va a sacar adelante una ley de protección animal, endurecer los castigos del código penal por maltrato animal y bajar el IVA veterinario. Ya se ve que todo lo importante está hecho y se va a dedicar a los detallitos. Me permito jugar al populismo para decir lo siguiente, estará más castigado el maltrato a tu gato que matar al niño en gestación o pedir la eutanasia para el abuelo que ya está muy para allá. Bueno, de hecho, ambas cosas te las garantizará el estado mientras persigue a los que no traten bien a sus animales. Nos va a quedar un mundo feliz de lo más molón.

Ayer alguien tomó posesión como Alto Comisionado para “España Nación Emprendedora”, se ve que no había suficientes altos cargos trabajando en cosas de esas tan imaginativas y necesarias. Cuando usted escucha alto cargo piense que debajo está una manada de bajos cargos, secretarios, conserjes, despachos, coche oficial, chofer y lo que les cuelga. Y que lo paga le guste o no. No va a quedar cuñado por colocar, dicen las malas lenguas. Creo que va a tener despacho al lado del director general de las políticas palanca. Pero no estoy seguro.

Decía Emil Cioran que “Cada generación vive en lo absoluto, es decir, reacciona como si acabase de alcanzar la cima de la historia”. Tanta vanagloria no puede ser buena.