"Me tiene embrujao"

por Pedro Rodríguez

Salida Huelva

Pedro Rodríguez González

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Esta noche me he despertado tres veces, creyendo que era la hora de levantarme para ir a la misa de romeros de la Hermandad del Rocio de Huelva. Ayer fue en Emigrantes.

La capilla estaba llena. El patio, también. El director espiritual, en su homilia, encendía la fe de los romeros.

Terminada la misa, el presidente, Sanchez Piña entrega el Simpecado a la Hermana Mayor y ésta lo lleva, con lágrimas en sus ojos, hasta la carreta situada en la misma puerta. Emoción. ¡Vivas. Vivas, Vivas...!

En la Avenida de Andalucia, carrozas y rocieros a caballo esperan la partida. En esto, veo llegar a tres hermanos mayores: Antonio Ponce, padre e hijo y Rafael Garzón.

No viene con ellos Amador Suárez, como es habitual. “¡Qué cosas tengo: cómo va a venir, Pedro, si ha subido a las marismas eternas?”.

¿Y el imponente caballo blanco que Amador traía cada año?- les pregunto- “Se ha quedado llorando en su cuadra...”

La Hermandad ya inicia su salida, con dos mil caballos y más de cien carros.

La carreta del Simpecado camina deprisa por Federico Molina y sobre las once de la mañana está en la Plaza del Punto, frente al Monumento a la Virgen del Rocío. Momentos impresionantes (imágenes ilustrativas).

“CONTIGO EN EL CAMINO”

La Hermandad no puede entrar en la Gran Vía, por causa de las obras en los edificios de Hacienda y el Banco de España. No habrá despedida oficial del pueblo de Huelva, en la plaza del Ayuntamiento

¡Cuántos recuerdos!. ¡20 años!. Cientos de horas, a pleno sol, despidiendo a los miles de romeros. ¡Qué bien lo he pasado...!.

“Pedro, ¿tú has soñado esta noche otra vez?. Si. Ha sido tan maravilloso o más como el de ayer...

La Hermandad, después de la Salve ante el Monumento, ha seguido por la Avenida de Italia, Nuevo Mercado del Carmen, hasta llegar a la Comandancia de Marina. entre vivas, flores, sevillanas y la salve marinera.

Después de la gran fiesta, el Simpecado pone rumbo hacia la Punta del Sebo, Los peregrinos van cantando. ¡Vámonos! -se animan entre si- “A uno de ellos le veo, colgada en su cuello, una medalla muy vieja, con un cordón “renegrío”, que apenas se ve la cara, de la virgen del Rocio”.

En otro de los peregrinos ya se refleja el cansancio y el fuerte calor. ¡No entiendo lo que haces! -le digo-.

Me responde: “Lo siento, buen amigo entiéndeme /con ella yo aprendí a caminar /mi gente me inculcaron esa fe. Mi Huelva me tiene embrujao /y a mi Simpecado nunca dejaré”.

“¡Amigo, mañana estaré contigo en el camino...!”. ¡Viva la Virgen del Rocio!. “BUENOS DÍAS”