A la Hermandad del Rocío de Olivares

Los hermanos vieron interrumpido ese momento, para ellos cargado de sentimiento y devoción, por los gritos de una mujer, que empezó a insultarlos y a blasfemmar

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Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

3 min lectura

Hace unos días, nos sorprendía la noticia, de los lamentables ataques e insultos que sufrió la Hermandad del Rocío de Olivares, cuando celebraba los actos conmemorativos del 75 aniversario de su Simpecado. Como colofón a esos actos, y para culminarlos con el mayor esplendor, la Hermandad había preparado unos fuegos artificiales y cohetes, a las puertas de su capilla y ante su Simpecado.

En ese momento, los hermanos y todos los presentes, vieron interrumpido ese momento, para ellos cargado de sentimiento y devoción, por los gritos de una mujer, que empezó a insultarlos y a blasfemar, atacando sus creencias y sentimientos devocionales, intentando boicotear el acto que estaba culminando.

Desgraciadamente, no es la primera ocasión que hemos visto algo así, y a cualquiera puede volver a ocurrirnos, sea una Hermandad del Rocío, u otra de gloria o de penitencia, y ante ello, debemos estar alertas y reaccionar con firmeza y claridad, en defensa de aquello en los que creemos y que además, es una libre manifestación de nuestro derecho fundamental a la libertad religiosa.

Seamos conscientes, de que el clima de hostigamiento y persecución que estamos viendo en España, desde poderosos sectores públicos y medios de comunicación, contra la religión y la Iglesia, y contra las más profundas creencias y sentimientos devocionales del pueblo, son el caldo de cultivo para que este tipo de hechos vuelvan a repetirse.

Y nadie va a venir a defendernos, si no lo hacemos nosotros. Y eso porque somos Iglesia y católicos, que si se tratara de otros actos, en el contexto de, por ejemplo, un carnaval, un espectáculo deportivo, una feria… o no digamos ya de otra religión, cualquiera se atrevería entonces a meterse con nosotros, y ahí veríamos a todos los políticos, periodistas y demás adláteres de lo políticamente correcto, defendiendo a ultranza los derechos y libertades, que habrían sido injustamente atacados.

Pensemos que a cualquiera de nosotros, en algún acto o culto de nuestras Hermandades, puede pasarnos algo parecido. Y tenemos que saber reaccionar y defendernos con toda la firmeza y convicción posibles, sin dejarnos amedrentar o coaccionar por aquellos que pretenden que nos avergoncemos de aquello en lo que creemos, silenciarnos o reducirnos al ámbito estrictamente privado, al interior de nuestros templos o hermandades, para que no molestemos a nadie.

Como son perfectamente aplicables a esta situación, o a cualquier otro ataque a nuestra Fe o a nuestra devoción, y aunque referidos a otro lugar y a una devoción concretas, permítame el lector traer a colación, para acabar este artículo, aquellos versos de Rafa Serna, en su pregón de la Semana Santa de Sevilla, en respuesta a un lamentable acto vandálico, que poco tiempo antes había sufrido la Imagen de Jesús del Gran Poder. Creo que en tan bellas palabras, el querido y recordado poeta y pregonero, supo describir perfectamente lo que sentimos y cómo debemos reaccionar ante tales situaciones:

Que nadie marque mi camino entre los hombres,

Que nadie diga cuando tengo que rezarte

O cuando debo yo de hacer mis peticiones.

No deseo que se burlen de tu Imagen,

Que si quieren renegarte, que renieguen,

Si no quieren ni mirarte, que se aparten,

Que no vengan a imponerme con sus leyes

Cuando tengo que venir a suplicarte.

Me enseñaste a poner la otra mejilla

Y en mi perdón es donde encuentran fortaleza,

Se equivocan si al pensar que aquí en Sevilla

Dudaremos en salir a tu defensa.

No propongo enfrentamientos ni guerrillas

Y no impongo mis creencias por la fuerza,

Solo hablo de rezar un padrenuestro

Que se escuche en los confines de la tierra

Y en ese día que me encuentre ante tus ojos

De rodillas humillado en tu presencia,

Gran Poder que perdona nuestras deudas

Si me pides que perdone yo perdono

Aunque duela perdonar al que te ofenda.

Todo mi apoyo y cariño a los rocieros de Olivares, a su Junta de Gobierno y a toda la Hermandad, y me sumo a la ejemplar respuesta y testimonio que dio, al responder a aquellos insultos, gritando alto y claro, con una sola voz, que también hago mía:

¡Viva Dios y la Virgen del Rocío!

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